Democracia, equilibrio de poderes

Democracia, equilibrio de poderes

Manuel Calbet
Economista

Sin voto libre no puede haber democracia, pero se necesitan más elementos para que un sistema pueda considerarse democrático.

“…unas elecciones por sí solas no dan pie a una democracia funcional; hasta que Irak no encontrara la manera de fortalecer sus instituciones civiles y sus líderes no desarrollara hábitos de compromiso, el país seguiría teniendo dificultades.”

Barak Obama, Una tierra prometida

Estas palabras del expresidente de Estados Unidos referidas a la situación de Irak en 2009 nos hacen reflexionar sobre las esencias de la democracia, a la vez que nos recuerdan a nuestro estimado Joan Prats enfatizando la importancia de las instituciones.

Los que en 1990 proclamaron el fin de la historia no se dieron cuenta de que la democracia había triunfado como palabra, pero no como concepto. Los regímenes autoritarios dependen de un dictador que defiende unos intereses personales y de grupo, necesitado de un aparato represor para silenciar la disidencia. No es extraño que dictadores lleguen al poder mediante elecciones, como Hitler. Lo que marca su carácter dictatorial, no democrático, no son las elecciones, sino el uso de los aparatos del estados para la represión violenta de cualquier disidencia, y la consideración de enemigo a cualquier persona que no cumpla las consignas.

Porque la democracia es una cuestión de equilibrios. Equilibrio entre poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El decreto-ley es un mecanismo para casos de urgencia, y no tiene sentido que el ejecutivo se dedique a legislar de forma sistemática, convalidando el decreto íntegro en el Parlamento en una especie de mercadeo, sin posibilidad de negociar un contenido mixto. También resulta extraña una frase que se ha puesto de moda en España: “judicialización de la política”. ¿Pero no se dan cuenta de que el sistema judicial tiene tanta importancia en un sistema democrático como los otros poderes? ¿Es que están defendiendo un sistema autoritario? Podemos pensar que los jueces tienen sus propias ideas políticas que condicionan su interpretación de la ley, y sorprendernos ante fallos judiciales que no compartimos en absoluto, pero lo mismo puede pasar con decisiones del ejecutivo o del legislativo, e incluso podemos estar en desacuerdo con el resultado de las elecciones (¿cómo pueden haber votado esto?). Pero el funcionamiento del sistema democrático es lo que garantiza la democracia. Un ejemplo cercano en el tiempo ha ocurrido en los Estados Unidos. Era notorio que Trump había nombrado para el Tribunal Supremo unos jueces muy conservadores, así que no fue una sorpresa que revirtieran la ley federal sobre el aborto. Podemos cuestionar la sentencia, pero no su validez porque supondría cuestionar el sistema cuando una resolución no responde a nuestro criterio.

Equilibrio también entre partidos políticos, representantes de diversas ideologías, intereses y realidades. Cuando, en lugar de confrontar ideas, se dedican de forma sistemática a insultar al contrario están teniendo un comportamiento antidemocrático, además de provocar un la ciudadanía un creciente rechazo a todo el sistema político.

El concepto de gobernanza se basa en otro equilibrio, estado – ciudadanía –empresa, implicando a gobiernos, ciudadanos y agentes económicos en objetivos comunes. Porque las políticas públicas son realmente eficaces cuando los agentes y destinatarios se implican en ellas.

La transparencia y rendición de cuentas actúan como equilibrios fiscalizadores para prevenir que intereses particulares condicionen o determinen decisiones políticas.

La democracia está basada en el reconocimiento de intereses diversos y en las limitaciones de la inteligencia del ser humano. Si existiera una persona capaz de dar la respuesta acertada a todos los problemas, tomar las iniciativas requeridas en cada momento, y responder adecuadamente a intereses contrapuestos, a esa especie de dios, se le podría encomendar el liderazgo absoluto. Y por supuesto sin oposición para no dificultar su mesiánica labor. Los regímenes autoritarios defienden esta tesis. Por contra la democracia, al considerar que es imposible que alguien dedicar qué es lo mejor, acude al conjunto de la ciudadanía, y el voto mayoritario se da por bueno para la elección de los representantes políticos. Pero si las elecciones no se complementan con el conjunto de equilibrios descritos anteriormente, difícilmente se puede calificar al sistema de democrático.

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