Organizaciones humanitarias y abusos sexuales

Organizaciones humanitarias y abusos sexuales

Manuel Calbet Economista

En los casos de malas prácticas en una organización, ¿salvar la reputación es lo más importante?
La naturaleza humana es compleja, las organizaciones humanas más todavía. Estas afirmaciones parecen una obviedad, pero acostumbramos a juzgar con una simplicidad absoluta, guiándonos simplemente por muestras simpatías, por la pena que dan las víctimas, o por las admirables finalidades una entidad. Y resulta que nuestros amigos pueden tener defectos, que las víctimas no son necesariamente héroes, y que una ONG no es sinónimo de santidad.
Últimamente se han hecho públicas conductas escandalosas en el seno de organizaciones de las que se espera que trabajen para una sociedad mejor. Los abusos sexuales de sacerdotes de la Iglesia Católica, el comportamiento de algunos cascos azules de la ONU, los hechos protagonizados por Oxfam en Haití, nos han de hacer reflexionar. No deben obviarse estos casos con el argumento de que es mucho mayor el bien que hacen, ni tampoco condenar a estas entidades como si estas actuaciones fueran su razón de ser.
Es importante en estos casos la manera de reaccionar de la organización. Lo más normal es que se equivoquen pensando que el problema principal que han de resolver es su reputación, y por ello procuren ocultar o minimizar los hechos y eludir cualquier responsabilidad. Esa ha sido la forma de proceder de la Iglesia Católica hasta la llegada del Papa Francisco, y la tentación de todas las organizaciones cuando suceden hechos parecidos. Deberían entender que la prioridad es resolver adecuadamente el suceso. Es necesario dar una
explicación pública de lo ocurrido, sin ocultaciones, partiendo de una investigación independiente. Ha de haber una depuración interna, los culpables no pueden seguir perteneciendo a la organización, han de sufrir las consecuencias de sus hechos y ser puestos a disposición de la justicia si hay indicios de delito. la organización ha de ponerse a favor de las víctimas y no de sus miembros. Al mismo tiempo se han de establecer o revisar los protocolos para evitar en lo posible la repetición, partiendo de una cuestión clave: ¿qué se
podía haber hecho para que no hubiera ocurrido?
Solo con una actuación decidida, y posiblemente dolorosa, se puede recuperar la reputación, pero, sobre todo, continuar trabajando con el convencimiento de que se actuando bien.
Si lo que más preocupa es la reputación, volverán las malas prácticas. Es necesario estar siempre atentos, los que abusan de los débiles saben que la forma más fácil de encontrarlos es en las organizaciones humanitarias.

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