La Gobernanza Democrática: Cohesión Social y Desarrollo Territorial

Autor: Josep Maria Pascual Esteve
Director de Estrategias de Calidad Urbana.
Coordinador de AERYC.

 

La Gobernanza democrática local implica la identificación y fomento de los actores múltiples y diversos que son capaces de representar significativamente el conjunto de intereses, valores, mentalidades y prácticas locales de interrelacionarse coordinadamente en torno a una estrategia de desarrollo democrático local. La responsabilidad política democrática exige la construcción necesaria de marcos institucionales y regulatorios así como el desarrollo de capacidades y prácticas locales necesarias para esta coordinación social.

0. Introducción: Cohesión Territorial y Cohesión Social.

En la actualidad, en Europa se está lejos de concebir la cohesión territorial simplemente como una ordenación equilibrada y sostenible del territorio[i]. Hoy en Europa la cohesión territorial se entiende fundamentalmente como un desarrollo territorial efectivamente dirigido por los valores de sostenibilidad y reducción de los desequilibrios sociales.Así en el tercer informe sobre la cohesión económica y social de la Comisión Europea se señala que “El concepto de cohesión territorial va más allá de la idea de cohesión económica y social tanto ampliándola como reforzándola. Desde el punto de vista de la política, el objetivo es ayudar a lograr un desarrollo más equilibrado reduciendo las disparidades existentes, impidiendo los desequilibrios territoriales y aumentando la coherencia tanto de las políticas sectoriales que tienen una repercusión territorial como de la política regional. El objetivo también es mejorar la integración territorial y fomentar la cooperación entre las regiones”.La cohesión social se ha entendido tradicionalmente como el desarrollo de políticas públicas y mecanismos de solidaridad e inclusión entre individuos, colectivos, territorios y generaciones para asegurar su bienestar sin discriminación y atendiendo a la diversidad.La oficina de coordinación de Eurosocial añade además el sentimiento de pertenencia ciudadana a una comunidad, así señala: “Desde una perspectiva individual, la cohesión social supone la existencia de personas que se sienten parte de una comunidad, participan activamente en diversos ámbitos de decisión y son capaces de ejercer una ciudadanía activa”[ii].En el mismo sentido que dicha oficina, la organización del gobierno británico I&DEA[iii] define una comunidad socialmente cohesionada por cuatro características:

  1. Tienen una visión y un sentimiento de pertenencia compartido.
  2. La diferencia de circunstancias, entorno y culturas se valora cómo un hecho positivo.
  3. Independiente de su entorno, las personas tienen unas oportunidades vitales similares.
  4. Desarrollan relaciones fuertes y positivas entre personas de entornos muy diversos ya sea en el trabajo, en la escuela o en el barrio.

Así entendida la cohesión social, identificamos cuatro dimensiones en que la mejora de la cohesión territorial incide en una mayor cohesión social:
– En primer lugar la cohesión territorial contribuye a la cohesión social reduciendo o superando la discriminación por localización geográfica.
– La ordenación del territorio y la movilidad fácil y sostenible, y la generación de espacios públicos simbólicos articuladores de la vida ciudadana, permiten el encuentro ciudadano en la diversidad, facilita que los distintos sectores de la población en un ámbito territorial determinado se sientan pertenecientes y arraigados al lugar, y sean capaces de ejercer una ciudadanía activa.
– El desarrollo territorial guiado por objetivos de cohesión social permite la generación de fondos y el establecimiento de los mecanismos de solidaridad entre territorios, e incidir positivamente en la igualdad de oportunidades de la población del territorio.
–  La cohesión territorial conlleva el desarrollo de relaciones estables y positivas en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana.
Llegados a este punto, y constatando que tanto la oficina de Eurosocial y en especial I&DEA definen la cohesión por la calidad, complejidad y diversidad de las relaciones entre los ciudadanos y vecinos, avanzo una tesis que será desarrollada en el modelo de desarrollo territorial cohesionador o marco estratégico para la cohesión territorial: La cohesión social, entendida como atributo de unas relaciones sociales, debe entenderse como factor clave y desencadenante de un desarrollo económico y social y humano en general en el territorio. Es decir, más que la cohesión social entendida como resultado (distribución de unas rentas o un acceso a equipamientos y servicios financiados por un desarrollo económico anterior en el territorio) se plantea que es preciso una cohesión social previa, conceptualizada como capacidad de organización y acción de un territorio como condición para un desarrollo territorial endógeno, sostenible y sostenido en el tiempo.
1. Marco Estratégico para las Políticas de Cohesión Territorial.
El marco estratégico en el que definir el desarrollo territorial cohesionador, o modelo de actuación para la cohesión territorial que presentamos, tiene tres ejes:

  • El primero hace referencia a los objetivos y contenidos de las estrategias territoriales, que coinciden con la finalidad, directrices y opciones políticas establecidas en la Estrategia Territorial Europea (ETE).
  • El segundo hace referencia al modo operativo necesario para poder impulsar el desarrollo territorial de acuerdo con las directrices europeas. Es decir la necesaria capacidad de organización y acción del territorio (cohesión social) para lograr un desarrollo endógeno, sostenible y sostenido en el tiempo.
  • El tercero se refiere al tipo de gobernación del territorio que permite dirigir o alinear los factores territoriales del modo de gobernar, o los elementos que componen la capacidad de organización y acción del territorio: La gobernanza democrática del territorio.

1.1. Los Contenidos estratégicos de la política territorial (Visión del territorio).
La ETE establecida en una reunión informal de Ministros en Postdam en el año 1999, supo recoger las principales tesis de un amplio sentir de urbanistas y planificadores territoriales europeos, y por otra parte ha generado un acuerdo prácticamente unánime sobre los grandes criterios que conforman una visión del territorio europeo.
De manera muy sintética[iv] resumimos los grandes objetivos de la ETE. La finalidad básica es la consecución de un desarrollo territorial más sostenible y equilibrado económica, social y territorialmente. Los tres grandes objetivos para alcanzarla son:

  • Conseguir una mayor cohesión económica y social a nivel del conjunto de la UE.
  • Lograr una mayor sostenibilidad del desarrollo, coherente con la conservación de recursos naturales y del patrimonio cultural.
  • Potenciar una competitividad más equilibrada del territorio europeo.

El crecimiento desordenado y desequilibrado entre centro y periferias, la congestión urbana, la invasión de los espacios naturales y valiosos, y el consumo excesivo de suelo que conlleva el modelo suburbano de urbanización difusa, ponen en peligro la realización de estos objetivos.
Para conseguirlos se establecen tres principios directores, que se desagregan en líneas de actuación que engloban hasta un total de 60 opciones. Y que pueden sintetizarse de la siguiente manera:
–  El desarrollo espacial y policéntrico y una nueva relación entre campo y ciudad:

  • Desarrollo territorial policéntrico y equilibrado en la UE.
  • Ciudades y regiones urbanas dinámicas, atractivas y competitivas.
  • Desarrollo endógeno, diversidad, y eficacia de los espacios rurales.
  • Asociación entre campo y ciudad.

–  Acceso equivalente a las infraestructuras y al conocimiento:

  • Un planteamiento integrado para mejorar la conexión a las redes de transporte y al acceso al conocimiento.
  • Desarrollo policéntrico: modelo para una mejor accesibilidad.
  • Utilización eficaz y sostenible de las infraestructuras.
  • Difusión de la innovación y el conocimiento.

–  Gestión prudente de la naturaleza y del patrimonio cultural:

  • Naturaleza y patrimonio cultural: potencialidades de desarrollo.
  • Conservación y desarrollo del patrimonio natural.
  • Gestión de los recursos hídricos: un reto particular para el desarrollo territorial.
  • Gestión creativa de los paisajes culturales.
  • Gestión creativa del patrimonio natural.

Estos son los objetivos, el reto es instrumentar el modelo operativo y la adecuada dirección política para alcanzarlos.

1.2. La Capacidad de Organización y Acción de un Territorio.

De acuerdo con la Estrategia Territorial Europea, la cohesión territorial tiene por finalidad articular tres tipos de objetivos: Desarrollo económico, social y sostenible del territorio.
Ahora bien, para promover este desarrollo orientado por los objetivos de cohesión social y territorial se requiere de una acción societaria, es decir, de un determinado marco operativo para poder realizarlos. Es preciso generar una dinámica entre los actores económicos, sociales e institucionales para conseguir estas finalidades propias del desarrollo humano.
La capacidad de organización y de acción de un territorio, o si se prefiere la cohesión social previa para generar el desarrollo humano en un territorio, es el elemento esencial para conseguir los objetivos o contenidos estratégicos de desarrollo equilibrado. La capacidad de organización y acción de un territorio son las capacidades de sus actores, instituciones y diferentes sectores de la ciudadanía. Veamos el tema más detenidamente.
1.2.1. El desarrollo económico y social de los territorios es fundamentalmente endógeno.
El desarrollo de las ciudades y regiones no es un desarrollo exógeno como ha sido habitual entenderlo en los años 80 y en los 90, que ha llevado a los territorios a una competencia entre ellos para atraer para sí los flujos económicos, sociales y culturales que recorren el mundo en la época denominada infoglobal.
En la actualidad se considera que el desarrollo de los territorios es endógeno y que las ciudades y territorios, en la sociedad red (en la sociedad de las interacciones e interdependencias) tienen prioritariamente que cooperar más que competir.
Lo fundamental para que exista un desarrollo económico y social estable y sostenido en el tiempo, es que se activen en un territorio los potenciales, mecanismos y procesos que permiten incidir en su desarrollo económico y social. Las ciudades y regiones tienen un conjunto de recursos económicos, humanos, institucionales y culturales que constituyen su potencial de desarrollo y que es preciso poner en valor y estimular su uso eficiente[v].
El conjunto de recursos de un territorio constituye el capital territorial que sólo se vuelve productivo y agrega valor si existe una acción colectiva capaz de darle un valor de uso. El conjunto de recursos que constituyen el capital territorial son en una definición mínima[vi]: Las condiciones y recursos del medio natural, el patrimonio histórico, el capital fijo acumulado en infraestructuras y equipamientos, y también lo que se denomina bienes relacionales que incluyen capital humano, capital social y la capacidad institucional. Este es el capital territorial que es preciso activar.
Los factores externos e incluso la introducción de las innovaciones[vii] sólo tienen efecto en tanto son difundidas y asumidas por el tejido productivo local que sólo de este modo estimulan el aumento de la productividad y la generación de valor y sólo de este modo son capaces de transformar y modernizar el sistema productivo y social. Un desarrollo basado sólo en factores externos es un desarrollo dependiente y ficticio y en poco contribuye a la cohesión interna del territorio.
Los procesos de desarrollo territorial se desarrollan e impulsan de “abajo a arriba”a través de las decisiones de actores locales públicos y privados y de los mecanismos de control social de los procesos de desarrollo[viii]. Estos mecanismos abarcan desde la organización territorial de la producción y de las empresas, los mecanismos de regulación de las relaciones económicas y sociales, los códigos de conducta y de la configuración cultural de la población, hasta la estructura social y familiar.
En definitiva, un desarrollo territorial estable y sostenido en el tiempo y con capacidad de generar cohesión territorial, es un desarrollo endógeno, y la principal fuente de este desarrollo no son las infraestructuras o de modo más general el capital físico, sino (como observaremos en el próximo apartado) los factores intangibles, y en especial lo que denomino la capacidad de organización y acción de un territorio.
1.2.2. La capacidad de organización y acción, factor clave del desarrollo de los territorios.
En desarrollo humano (económico, social, cultural, sostenible y democrático) de un territorio en la actualidad consiste en conseguir el diferencial entre lo que una sociedad hace y lo que es capaz de hacer con relación a su medio y entorno económico y social. Se puede objetar que esta definición también es válida para otros periodos históricos, lo que es absolutamente cierto. Pero el predominio del enfoque de pensamiento de la sociedad industrial y de los gobiernos gestores y proveedores atribuía el desarrollo económico a las infraestructuras y los equipamientos con menoscabo de otros factores. Con los anteojos de la antigua concepción del desarrollo no se podía observar la amplitud de los factores de desarrollo, como diría A. Einstein es preciso un nuevo enfoque para conseguir un avance en ciencias, en este caso en la teoría del desarrollo.
En un significativo estudio, el Banco Mundial[ix] ya advertía que no se puede confiar el desarrollo de los territorios a las infraestructuras. Por una parte, la mayoría de los proyectos de infraestructura son demasiado grandes, caros y tienen capacidad para proveer servicios que a menudo no se necesitan, y lo más importante es que suelen estar desconectados tanto de la demanda o de los posibles usuarios.
Las infraestructuras son importantes para el desarrollo económico, pero no son estrictamente necesarias ni en absoluto son suficientes. El desarrollo depende de la capacidad de organización y acción de una sociedad. Es decir de la capacidad de identificar y realizar las infraestructuras a las que les dará efectivamente un buen uso generador de valor añadido.
Esta tesis contrasta con la visión de la sociedad propia de la etapa industrial y del maquinismo. Para esta visión, el desarrollo de los territorios es consecuencia de la inversión en infraestructuras y equipamientos, es decir, del capital físico. Sólo más adelante, en la década de los 70 y como consecuencia de los estudios del premio Nóbel de economía Th. Schultz[x], se valoró, aunque no en el mismo nivel, el capital humano entendido fundamentalmente como cualificación de los recursos humanos. Las creencias instauradas, propias del liberalismo, impidieron valorar lo que efectivamente acontecía en términos de desarrollo y no se dieron cuenta que grandes inversiones en no pocas ciudades y territorios no sólo no habían conseguido desarrollo alguno sino que los habían arruinado[xi].
En los territorios en situación de declive, el capital físico -y en especial, las infraestructuras de accesibilidad exterior- incide negativamente en el desarrollo económico comparado. En cambio, en una situación de avance económico y social el capital físico actúa potenciando dicho desarrollo. La generación de valor añadido depende de muchos factores interrelacionados de capital humano, físico, social, capacidad de innovación y gestión de los conocimientos, motivación, etc. Pero está claro que es preciso saber con qué finalidades vamos a utilizar un equipamiento o infraestructura, disponer de las habilidades para su uso y querer utilizarla. Es decir, utilizar los equipamientos o infraestructuras con motivación para que el capital físico pueda incidir en la productividad y hacerlo de una manera eficiente.
Recientemente, y a buen seguro debido a la intensidad del proceso de cambio de la era industrial (en que las personas se consideraban un apéndice de las maquinas) a la era del conocimiento (en que el conocimiento y la capacidad de innovación de las personas se consideran la principal fuente de valor añadido), han surgido importantes investigaciones que han puesto en evidencia los aspectos intangibles del desarrollo. En especial, los aspectos relacionales y las configuraciones culturales en las que viven los principales actores y amplios sectores de la ciudadanía, y que, sin duda, son temas básicos de la capacidad de organización y acción de los territorios. Así, por ejemplo, encontramos importantes y significativos autores como: A. Sen[xii], D. Putnam[xiii], R.E. Lucas[xiv]. A. Soros[xv]. M. Castells[xvi], D.S. Landes[xvii]. C. Cipolla[xviii]
En conclusión, el desarrollo sostenido y sostenible de los territorios es un desarrollo endógeno que se basa fundamentalmente en elementos intangibles, y el conjunto de estos elementos intangibles hacen referencia a lo que aquí se denomina capacidad de organización y acción de lo territorios[xix].
El desarrollo económico y social de los territorios depende de la capacidad de organización y acción de un territorio. Es decir, de la capacidad de articular su potencial humano y el capital físico hacia finalidades y objetivos de progreso ampliamente compartidos. En tanto existe una capacidad de organización adecuada es posible identificar los proyectos de capital físico adecuados para mejorar su competencia y la generación de valor. El esquema es el siguiente[xx]:

¿Cuáles son los factores estructurantes de la capacidad de organización y acción o lo que es lo mismo de la construcción colectiva del desarrollo de los territorios? A mí entender, y teniendo en cuenta las investigaciones señaladas, hoy ya podemos identificar los siguientes factores[xxi]:

  1. Existencia de una estrategia compartida entre los principales actores. Una estrategia integral e integradora con claros compromisos de acción en permanente actualización, centrada en el bienestar de las gentes y en base a los intereses de los principales actores.

II. Un modelo de interacción social entre los principales actores adecuado a
a) Los retos y exigencias del desarrollo contemporáneo, que permita enfrentar los conflictos inevitables con flexibilidad y confianza en llegar a acuerdos de mutuo beneficio.
b) A las correlaciones de fuerza o equilibrios de poder entre ellos.
c) Se asiente en configuraciones mentales o culturales que promuevan el respeto y el conocimiento mutuo, y se orienten a la acción a partir de  compromisos mutuos.
El modelo de interacción entre los agentes económicos, sociales y políticos es clave para la determinación de la estructura productiva de cualquier región o país. La inflexibilidad del modelo y un cooperativismo entre pocos en el que se “somete” a la mayoría, produce inseguridad y con ello la ausencia de visión a medio y largo plazo, así como el uso de tecnologías que utilicen poco capital fijo. Un modelo abierto y flexible favorece la confianza y la apuesta empresarial y social que se traduce en un importante desarrollo económico y social.

  1. La presencia de redes de actores para el desarrollo de proyectos clave y complejos. Los proyectos en red permiten articular esfuerzos de distintos actores públicos y privados al ser capaces de combinar los distintos intereses y retos de objetivos comunes y socialmente útiles.

La estrategia territorial exige el compromiso de acción por parte de los principales actores del territorio para desarrollarla. Pero desde una posición de actores entendidos como organizaciones coherentes en sí mismas, con relaciones entre ellas a menudo conflictivas, hasta llegar a compromisos de acción concretos se necesita un proceso de construcción de las redes, desde una situación de partida diferente en cada territorio, hasta situar las relaciones entre los ámbitos público y privado, entre Administración y sociedad en el terreno de la corresponsabilidad.
Este proceso de mejora relacional[xxii] debe tener un tratamiento coordinado pero, lógicamente, diferenciado del proceso de definición de la estrategia territorial. El resultado del proceso es conseguir la identificación de una estrategia concreta con un compromiso claro de acción.

  1. Una cultura de acción y compromiso cívico alejada tanto de la cultura de la satisfacción como de la queja como del burocratismo y del nihilismo. La cultura de acción debe proporcionar:

a) Un sentimiento de pertenencia e identificación con la ciudad o región. Disponer de un sentido colectivo abierto, no cerrado.
b) Actitud abierta, tanto a la innovación como a la integración social y cultural de nuevas gentes y a la inserción en estrategias territoriales más amplias que el propio municipio, la propia región y nación.
c) Ilusión realista en el futuro, que permita ver más allá de las realidades si éstas son negativas (“Queremos promesas, no más realidades” decían en Argentina en la última crisis económico-financiera) y que genere expectativas racionales a la inversión de capitales y en esfuerzo humano.
d)  Legitimación y reconocimiento social a la figura de la persona e institución promotora.
e) Respeto y confianza en la actuación de los otros actores que es la base para la generación del capital social.
V.  El soporte social y la participación ciudadana. Las estrategias y los principales proyectos estructurantes deben disponer de un importante soporte social y éste será más efectivo si se impulsa y garantiza la participación ciudadana entendida en dos sentidos: como garantía de que son templados sus principales retos y expectativas en las estrategias, y como condición para la responsabilidad e implicación social, que es productora de capital social.

  1. La existencia de liderazgos formales e informales entre los actores institucionales clave capaces de aglutinar y representar a la mayoría de los intereses, con capacidad de pacto y de respecto institucional a sus decisiones. El liderazgo principal debe corresponder, como hemos señalado, a la institución más democrática, es decir, la escogida por toda la ciudadanía, de lo contrario nos encontraríamos con un liderazgo corporativo a partir del que no es posible construir el interés general. puesto que se reduce el corporativo. Como señala J. Subirats,”el grado de liderazgo de las instituciones representativas en el proceso de gobernanza de las comunidades, derivará de su capacidad para implicar al resto de actores, agentes y personas presentes en la sociedad en la construcción de un modelo de futuro compartido”.[xxiii]
  1. La articulación de políticas regionales y locales. Se trata de concebir la región como sistema de ciudades y municipios, con la capacidad de:

a) Combinar las políticas regionales y locales con objetivos e instrumentos en el conjunto del territorio con las estrategias locales capaces de dar especificidad e integralidad al conjunto de acciones fortaleciendo la cooperación pública y la colaboración ciudadana.
b) Articular los municipios no a partir de una organización territorial fija sino de manera flexible y adaptable en función del proyecto-red. Es decir, de los territorios que abarca el desarrollo del proyecto.
c) Disponer de reglas de juego formales e informales que pautan la interacción entre administración regional y las municipales, así como las intermunicipales.
El despliegue y mejora de la capacidad de organización y acción[xxiv] de un territorio, constituye el modo de operar para lograr un dinamismo territorial que tenga cómo finalidad conseguir los objetivos o los contenidos propios de la cohesión territorial.
1.3. El gobierno del territorio: la gestión relacional como instrumento de gobernanza democrática territorial.
Para lograr la cohesión territorial se requiere de un tercer elemento básico a considerar: el modo de gobernar el territorio. Sin un modo de gobernar que desarrolle una gestión relacional o de las interdependencias entre los distintos actores y sectores de la ciudadanía que inciden en el territorio, difícilmente se podrá desplegar y mejorar la capacidad de organización y acción del territorio en un marco territorial complejo no sólo por la amplitud y complejidad de objetivos a lograr, sino y fundamentalmente por la amplia presencia de actores públicos y privados que actúan en el mismo.
A pesar del amplio consenso en los contenidos de las políticas de cohesión social, en pocos lugares se ha podido establecer una estrategia compartida entre los distintos actores y particularmente entre los gobiernos regionales y locales para impulsar conjuntamente un desarrollo territorial. Sin duda uno de los principales motivos de este fracaso ha sido el modo de gobernar el territorio que aún hoy es dominante en Europa y América Latina. Un modo de gobernar que responde a esquemas basados en competencias exclusivas, verticalidad y jerarquía, que son generadores de conflictos entre los actores públicos de difícil solución, debido a que plantean conflictos de poder de suma cero, es decir si unos ganan otros pierden.
1.3.1. La crisis del modo tradicional de gobernar el territorio.
Este modo de gobernar los territorios además ha entrado plenamente en crisis con la emergencia de la sociedad del conocimiento o sociedad red.
En la sociedad o territorio red emergen nuevos enfoques que rompen el esquema tradicional de gobernar, como son:
–  La creciente interdependencia entre territorios.
La creciente interdependencia económica y social entre los territorios que significa que cada uno de los territorios, y muy especialmente las ciudades o de modo más general los municipios, amplían la cantidad de territorios con los que interaccionan. Los intercambios de flujos entre territorios no cesan de aumentar en extensión geográfica y en intensidad en la era infoglobal.
Este tipo de interdependencia fortalece la autonomía y no la subordinación en los territorios que tienen una delimitación política administrativa y por tanto un gobierno, como es el caso de los municipios y las regiones. La multiplicación de dependencias o, incluso mejor, de interdependencias da margen de autonomía para la elección de políticas y alianzas territoriales.
– Las ciudades definen de manera autónoma su estrategia: La superación del marco competencial de los gobiernos territoriales.
En este contexto las ciudades definen de manera progresiva sus estrategias integrales. El éxito de la planificación estratégica en todo el ámbito latino es una buena prueba de ello. Sólo en España se han identificado 187 municipios[xxv], que disponen o han iniciado la elaboración de un plan estratégico.
Y lo que también sobresale es que a partir de la elaboración de una estrategia compartida, las alcaldesas y alcaldes más avanzados, la han impulsado a través del diálogo y el acuerdo con otros actores y en especial con las administraciones públicas, en España sobre todo con los gobiernos regionales.
La elaboración de la estrategia está suponiendo, por una parte, la superación del marco competencial para intentar dar satisfacción a las necesidades progresivas y cada vez más complejas de la ciudadanía, y por otra, el inicio de una manera de gobernar a través de la cooperación entre actores y la colaboración de la ciudadanía.
–  Las estrategias definen el territorio y no el territorio las estrategias.
En la estrategia de las ciudades se observa que sus objetivos y sus ejes estructuradores no se despliegan en el mismo ámbito territorial. Al tratar los temas propios de servicios sociales, el ámbito territorial en las ciudades acostumbra a ser inferior al municipal como los barrios o distritos. Este es el caso de la reducción del absentismo escolar o la ayuda domiciliaria a familias, por ejemplo. Si los objetivos se refieren a temas de movilidad, como es el caso del transporte público, posiblemente nos estemos refiriendo a un ámbito territorial metropolitano o regional. Las grandes infraestructuras, como es el caso de los aeropuertos o las grandes carreteras, es habitual que nos refieran al territorio nacional e internacional, que es en el que se toman las principales decisiones al respecto, o macrorregional, si queremos aumentar la masa crítica de viajeros o cohesionar un territorio singular económica o culturalmente. Si tomamos en consideración los grandes equipamientos económicos como las “Ferias de Muestras” (ferias de negocios) nos damos cuenta de que la competencia es internacional y las alianzas para mantener o ampliar una cuota de mercado se establecen entre Ferias en este ámbito. Lo mismo acontece con los “Palacios de Congresos”. Etc.
La interdependencia entre ciudades y territorios ha puesto en evidencia que un gobierno territorial, de una ciudad o región, no puede limitarse a su territorio administrativo para asegurar la calidad de vida de su ciudadanía, sino que hay territorios diferenciados para cada estrategia o subestrategia sectorial.
No obstante, no se puede perder de vista que es en el ámbito territorial metropolitano y regional donde se establecen el mayor número de relaciones que afectan a la calidad de vida de la población: Cadenas productivas, enseñanza superior (universidades), sanidad, movilidad residencia–estudios y residencia–trabajo, energía, sostenibilidad, equipamientos culturales, turismo interior, etc.
En la era infoglobal son las estrategias las que determinan el territorio y no el territorio las estrategias. Es decir, un gobierno democrático y, por tanto, representativo al perseguir objetivos de calidad de vida para la ciudadanía no puede limitar el territorio de definición de sus estrategias y políticas a sus límites administrativos, y debe establecer acuerdos multinivel con actores privados y públicos a nivel horizontal, motivados en el interés común.
De este modo se quiebra el principio político-administrativo de que la acción de un gobierno debe circunscribirse a un territorio.
–  El municipio es la unidad básica de las redes territoriales.
Plantearse la reducción de municipios era muy propio de la política en la era industrial. Hoy, sin rechazar, sino todo lo contrario, la reducción de municipios cuando ésta sea posible, se debe afirmar que este tema, al igual que el de los gobiernos territoriales, está perdiendo actualidad, y ello por las siguientes razones:
– La institucionalización metropolitana ha resultado ampliamente insatisfactoria. La gran mayoría de los gobiernos metropolitanos estudiados[xxvi] muestran una clara insatisfacción con relación a sus límites territoriales así como con las competencias que tienen atribuidas. La extensión y la intensificación de las interdependencias, una de cuyas consecuencias es la emergencia de las regiones metropolitanas, cuestiona las instituciones establecidas y poco flexibles.
–  La existencia de un gobierno local genera una entidad propia al municipio y una dinámica económica y social territorial específica que, a menudo, no se tiene suficientemente en cuenta.
– El municipio, por su historia y tradición, genera un sentimiento de identidad local fuerte que levanta muchas resistencias entre la población a su disolución y agregación con otro municipio colindante, que en no pocas ocasiones existen importantes sentimientos de rivalidad.
Hasta aquí los argumentos en negativo. Lo más importante es un argumento positivo y es que, en la perspectiva contemporánea de un territorio vertebrado por redes de ciudades y municipios, lo fundamental es disponer de una unidad relacional básica a partir de la cual configurar las redes territoriales y las alianzas y acuerdos para el desarrollo de proyectos en cooperación. Por las razones señaladas aparece claro que ésta debe ser el municipio.
En el horizonte del panorama político territorial aparece la multiplicación de acuerdos entre gobiernos locales, entre éstos y el gobierno regional, y la cooperación pública y privada para el desarrollo de estrategias y proyectos. Por lo que se requieren fórmulas ágiles, transparentes y flexibles, como convenios, conciertos etc., alejados del burocratismo y en las que el objetivo, el proyecto por el que se hace el acuerdo, predomine sobre la organización, para hacer posible el gobierno en red.
Debe entenderse el municipio como una palabra en un hipertexto informático: la palabra es la misma pero su significado varía muy a menudo en los distintos textos. El papel de cada municipio es diferente según las redes de ciudades y municipios de las que forma parte, tanto por inserción económica y social como por adscribirse voluntariamente para conseguir objetivos mediante acuerdos.
Sin duda, el gobierno que será más ampliamente reconocido para impulsar la gestión de redes de ciudades será el gobierno regional, siempre que parta de los principios de: Respeto a la autonomía local y no injerencia en asuntos municipales; subsidiariedad respecto a la actuación de los gobiernos locales y consideración a la asimetría de los municipios y de sus gobiernos respecto a la importancia demográfica y económica y social; cooperación para establecer las redes de ciudades, a partir de una negociación en que el fortalecimiento de la relación tenga aún mayor importancia que los contenidos.

  • El territorio-proyecto principal factor de desarrollo.

El que un territorio disponga de una estrategia clara, consistente y compartida en el sentido de que exista un compromiso de acción por parte de los principales actores y el apoyo de la mayor parte de las entidades representativas de la ciudadanía aparece como el principal factor de desarrollo humano[xxvii].
Lo fundamental hoy es que la propia región, en su globalidad, se estructure como proyecto colectivo y empiece a actuar. Sin actuación no hay futuro, pero si esta actuación no responde a los deseos, expectativas y demandas de la ciudadanía y de los principales actores tampoco habrá futuro porque será insostenible socialmente.
El que una región se dote de una estrategia compartida, significa que se configura como región-proyecto, articulada en base a las redes de ciudades, pero debe de tenerse en cuenta que esta región-proyecto está siempre en permanente construcción y renovación, es un proyecto sin término, tanto por los constantes procesos de cambio del entorno, como por el resultado de la propia acción que modifica las expectativas y percepciones de los actores y de la ciudadanía.
1.3.2. La Gobernanza democrática: Un nuevo arte de gobernar el territorio.
Una vez identificados los principales factores que provocan la crisis del gobierno tradicional en el territorio, al quebrarse la visión del desarrollo económico y social de la que partía y en especial el enfoque y la practica de las políticas públicas en los territorios, es el momento de explicar cómo este nuevo arte de gobernar denominado gobernanza nos permite afrontar los retos en que se ha atascado la política tradicional.
El Movimiento de ciudades y regiones AERYC[xxviii] ha definido la gobernanza democrática territorial como “un nuevo arte de gobernar los territorios”[xxix] que tiene por finalidad el desarrollo humano, su medio es propio de la sociedad del conocimiento o sociedad red, cuyo objeto es la capacidad de organización y acción de un territorio y su principal medio o instrumento es la gestión relacional o de las interdependencias“
La gobernanza o gobierno en red significa, el reconocimiento de la complejidad como elemento intrínseco del proceso político; un sistema de participación y colaboración de actores plurales en el marco de redes plurales y una nueva posición de los poderes públicos en los procesos de gobierno, lo que significa la adopción de nuevos roles e instrumentos[xxx].
La gobernanza es el estilo de gobernar propio de la Sociedad del Conocimiento. La transición de las sociedades industriales a infoglobales conlleva un reajuste de las economías y las relaciones sociales, y en relación a estos cambios resulta insuficiente la forma de gobernar tradicional, basada en la acción del gobierno, y emerge la necesidad de la gobernanza. La gobernabilidad contemporánea exige Gobernanza[xxxi]. La razón es que la gobernabilidad hoy se “proyecta ampliamente como una capacidad social, como un atributo colectivo de toda la sociedad para dotarse de un sistema de gobierno que empuje el carro de los objetivos de desarrollo humano. Un sistema social es gobernable, cuando está estructurado socio-políticamente de modo tal que todos los actores estratégicos se interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos conforme a un sistema de reglas y procedimientos formales e informales (que pueden registrar diferentes niveles de institucionalización) dentro del cual formulan sus expectativas y estrategias”.
La gobernanza democrática territorial tiene por objetivo construir el interés general del territorio a partir de los intereses legítimos de los diferentes actores y sectores de la ciudadanía. El interés general no se opone a los intereses sectoriales o particulares, sino que se articula a partir de los intereses de los distintos sectores resaltando los aspectos que unen por encima de los que separan e identificando complementariedades y sinergias.
La gestión relacional o gestión de las interdependencias entre actores, es el instrumento clave del modo de gobernar, por ello no puede ser sólo un enfoque de la realidad social y de la gestión pública sino que también precisa de técnicas e instrumentos que hagan de ella un instrumento eficaz de desarrollo humano. Precisamente este nuevo enfoque es el que permite elaborar nuevos métodos en instrumentos de gestión o identificar y adaptar a antiguas técnicas proporcionándoles un renovado papel en la gestión de relaciones sociales.
Sin duda el avance de la gestión relacional y las propias transformaciones que su aplicación propicie condicionarán el surgimiento de nuevas técnicas y el perfeccionamiento de las existentes.
En la actualidad disponemos de una serie de técnicas que ya han demostrado su eficacia en la gestión relacional y que seguidamente enumero sin explicar:
1) Los planes estratégicos desarrollados en los territorios a partir de la cooperación pública-pública y pública y privada y la participación ciudadana constituyen un buen inicio de la gestión relacional propia de la gobernanza al dotar a los territorios de una estrategia compartida entre los principales actores y con un amplio apoyo social. La planificación estratégica así entendida constituye propiamente la fase inicial o fase de planificación propiamente dicha de la gestión de la interdependencias o gestión estratégica[xxxii]. La metodología de los planes estratégicos es un buen instrumento para el inicio de la gobernanza territorial[xxxiii].
2) La negociación relacional de los conflictos públicos. Las técnicas de negociación relacional constituyen un buen instrumento para el desarrollo de la gestión de interdependencias o gestión relacional. La negociación relacional es un tipo de negociación, que se caracteriza, porque el resultado que se busca por parte de uno de los negociadores, es prioritariamente consolidar y mejorar la relación entre los protagonistas de la negociación, para obtener una mayor confianza mutua, y poder desarrollar proyectos sobre la base de la cooperación.
3) Técnicas de mediación. En el paradigma de gobierno gerencial, en los conflictos públicos acostumbraba a ser el gobierno una de las partes. En conflictos entre grupos sociales en el territorio es difícil encontrar al gobierno territorial mediando entre actores territoriales. En la perspectiva de la gobernanza en que los gobiernos locales y regionales asumen el liderazgo en la construcción colectiva del territorio la mediación es sin duda uno de los recursos de los profesionales de la política y de la administración. En la mediación, el papel de la administración es intervenir para que una situación conflictiva entre actores sociales pueda encontrar una solución, y en el proceso mejore la imagen mutua de las partes y la confianza entre ellas. La acción del gobierno es ser catalizador de un acuerdo sin convertirse en parte del mismo.
4) Técnicas de participación ciudadana. De las estrategias de participación se debe pasar a la participación como estrategia para fortalecer la capacidad de organización y acción. De la multitud de técnicas de participación, en gestión relacional resultan especialmente útiles, aquellas que (1) Se basan en procedimientos claros y sencillos con finalidades precisas que facilitan la expresión de ideas y retos sobre un tema o asunto, y por supuesto impiden que se eternicen los debates. Participación es método y organización. De lo contrario la participación se reduce a pocos participantes y además poco reflexivos, dado que su interés es menos convencer que imponer por agotamiento. (2) Que ayuden a generar confianza, colaboración y responsabilidad ciudadana en los acuerdos que se deriven. (3) Que permitan legitimar objetivos y proyectos de la ciudad y obtener un importante soporte ciudadano a los mismos.
5) Métodos y técnicas de gestión de proyectos en red. Las técnicas para la gestión de redes son fundamentalmente de dos tipos: La gestión de la dinámica de la red, que abarca desde la inclusión de los actores clave al fomento de proyectos que consoliden los interese comunes. Las técnicas de gestión de estructuras para adecuarlas a los objetivos por las que se crearon y permitan fortalecer una cultura o una perspectiva común.
Son particularmente útiles para la gestión de redes el uso de las matrices de actores en el marco de la dirección sistémica por objetivos[xxxiv].
6) Gestión de la cultura emprendedora y cívica de la ciudadanía. La tecnología para fortalecer las características de una cultura emprendedora y de acción entre la ciudadanía, es muy reciente y he tenido la oportunidad de sistematizar los indicadores para hacer un seguimiento de su evolución a través de encuestas por muestreo y al azar para el Centro de Estrategias y Desarrollo de Valencia (CEyD). El proceso de gestión de la cultura emprendedora exige, en la perspectiva de la gobernanza democrática de una gran transparencia y un acuerdo democrático entre los principales sectores de la ciudadanía para desarrollarla.
No obstante se disponen de instrumentos que si bien tienen escasos  resultados coyunturales sus efectos se notan en el corto plazo. Nos referimos a las técnicas del “city o regional marketing” interno, es decir el que se dirige a  la identificación de los propios ciudadanos con el territorio.
Respecto al “marketing” interno, es recomendable desde el punto de vista de la gobernanza disponer de una marca del territorio construida de manera colectiva y con capacidad de convencer y conmover[xxxv].
7) Las técnicas de construcción de consensos. No es necesario insistir en la importancia de estas técnicas en gobernanza. De hecho las anteriormente citadas sobre negociación relacional y participación ciudadana incluyen necesariamente el consenso, pero existe una gran pluralidad de metodologías y técnicas a parte de las citadas y ampliamente contrastadas para con la debida adaptación poder utilizar en los distintos ámbitos en los que se desenvuelve este nuevo arte de gobernar.
8) El enfoque comprensivo en ciencias sociales.
En gobernanza es necesario comprender lo que dice cada actor en su contexto  social y poder entender no sólo el que expresa sino el cómo y porqué lo dice. La comprensión de los actores y el análisis de los conflictos desde las distintas perspectivas de las partes es condición absolutamente necesaria, aunque por supuesto no suficiente para el buen desarrollo de la gobernanza. Se trata de hacer inteligible la base subjetiva en la que descansan los fenómenos sociales, el análisis objetivo de los fenómenos sociales es perfectamente posible y compatible por el hecho de que las acciones humanas tengan un carácter subjetivo. Este enfoque, también denominado interpretativo de la acción social, tiene en Max Weber[xxxvi] su autor más clásico, y se dirige a comprender el sentido de una acción para un actor, dando a conocer los motivos entre la actividad objetivamente observada y su sentido para dicho actor.
9) La dirección sistémica por objetivos[xxxvii]. Las técnicas de dirección por objetivos son un buen instrumento para la gestión relacional, y no la dirección en base a procedimientos protocolizados para llegar a un resultado, puesto de lo que se trata es de establecer objetivos comunes a un conjunto de actores que constituyen un sistema social y en base a éstos, concretar de manera innovadora estos objetivos en proyectos que deben gestionarse en red.
La gobernanza democrática puede hacer realidad la Estrategia Territorial Europea formulada por el Consejo de Europa de Postdam: “Para luchar contra las disparidades territoriales y lograr una pauta de desarrollo económico espacialmente más equilibrada es necesaria una cierta coordinación de las políticas de desarrollo para que sean compatibles y coherentes entre sí”[xxxviii].
En conclusión el modo de gestionar un territorio, o mejor, de manera más amplia, el modo de gobernar el territorio es un elemento indispensable para la cohesión territorial, de tal modo que difícilmente obtendremos un desarrollo cohesionador sino se aplica la gobernanza democrática.


[i] Romero, J. “El gobierno del territorio en España: Balance de iniciativas de coordinación y cooperación territorial”, en Boletín de la Asociación de geógrafos españoles. Nº 39 2005  82 y 83.
[ii] Ver FIIAPP Documento de discusión de la Jornada “La cohesión social: un desafío para Europa y América Latina” 2007. pag.1
[iii] Ver www. Idea-knowldege. Gov.uk
[iv] He tomado de referencia las excelentes síntesis de los profesores A, Serrano y de J. Farinós publicadas ambas en Torrija y Camagni, R. en Cultura y territorio (Barcelona, Diputación de Barcelona, 2006)
[v] Vázquez Barquero, A. “Desarrollo endógeno del territorio: Interacción entre las fuerzas que gobiernan los procesos de crecimiento económico” en A. Tarroja y R. Camagni Una Nueva Cultura del Territorio. (Barcelona, Diputación, 2006), pag. 199 a 219.
[vi] Dematteis, G., Governa, F. “Territorio y territorialidad en el desarrollo local” en Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles. 2005
[vii] Romer, M.P. señaló, el año 86 (en el Journal of Political Economy. Vol. 8 94 Pág. 1002-1037), que el cambio tecnológico puede considerarse endógeno al proceso de crecimiento y no un fenómeno externo, recuperando así el pensamiento de Schumpeter y rompiendo con la visión tradicional del pensamiento económico neoclásico.
[viii] Stohr W. B Development from above or below.(1981), ver también Vazquez Barquero ob.cit.
[ix] The World Bank Infraestructure for Development. (Washington, The World Bank, 1994)
[x] Schultz, Th. W. Invirtiendo en la Gente. (Barcelona, Ed. Ariel, 1985).
[xi] En España encontramos muchos ejemplos de ello. Desde mitades del siglo XIX, las ciudades de Castilla anhelaban el paso del tren por su municipio para conectarse con Madrid e impulsar tanto la ubicación de nuevas industrias como el desarrollo de las existentes, que estaban en situación poco competitiva debido a su escasa gestión innovadora. En no pocas ciudades, como es el caso de Ávila y posteriormente Segovia, el tren sirvió para que se deslocalizara en buena medida la actividad económica hacía otras zonas especialmente para el área de Madrid. Un estudio del año 2002 del Ministerio de Fomento señala que la Alta Velocidad Española, AVE, ha favorecido el desequilibrio territorial, ha beneficiado a quien más tenía. Sevilla, hoy una ciudad que está avanzando a un gran nivel y cuya actividad ha saturado las infraestructuras que se desarrollaron con ocasión de la Exposición Universal del 92, no creció en los años inmediatamente posteriores al 92. Por el contrario, en esos años sufrió un declive notablemente superior al conjunto de las grandes ciudades española.
[xii] Sen, A. Ver Sen, A.K. Bienestar, Justicia y Mercado. (Barcelona, Ed. Paidós, 1998). Págs. 109 a 120. Ver, del mismo autor, Nuevo Examen a la desigualdad. (Madrid, Alianza Ed., 1999). Págs. 119 a 131.
[xiii] Putnam, D. Making Democracy Work. (Princeton, University Press, (1990). También del mismo autor Solo en la Bolera. (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2002). Págs. 387 a 474.
[xiv] Lucas R. E. Discurso de concesión del premio Nóbel. Museo Nóbel. (Estocolmo, 1995).
[xv] Soros, A. La Crisis del Capitalismo Global. (Barcelona, Temas de Debate, 1999).
[xvi] Castells, M. “Globalización, competitividad y deslocalización” en Observatorio Global. (Barcelona, Ed. La Vanguardia, 2006), pag.151 a 193.
[xvii] Landes, D.S. Riqueza y Pobreza de las Naciones. (Barcelona, Ed. Crítica, 2004).
[xviii] Cipolla, C. y otros, La decadencia económica de los Imperios. (Madrid, Ed Alianza, 1999).
[xix] A. Sen entiende que el desarrollo humano y muy concretamente la reducción de la pobreza se relaciona más con la incapacidad colectiva e individual de conseguir bienestar de manera endógena, que con la presencia exógena de bienes y servicios. Lo que importa para el bienestar no es lo que uno tiene, sino lo que es capaz de realizar con lo que uno tiene. Los medios son importantes pero sólo en la medida en que posibilitan la capacidad de actuar.
D. Putnam, como hemos señalado, entiende que es el capital social, es decir la capacidad de cooperación, el factor clave de la competitividad. Desde otro enfoque y posicionamiento social, tanto F. FuKuyama como A. Peyrefitte, llegan a semejantes conclusiones. Para ellos, el principal factor de desarrollo es la generación de confianza entre los actores y la ciudadanía.
Tanto R.E. Lucas, Premio Nóbel de Economía en 1995, como el financiero A. Soros señalan que el principal móvil de las inversiones económicas son las expectativas racionales. Las decisiones sobre el ahorro, señalaba Keynes, las toman los individuos en función de sus ingresos, las decisiones sobre inversión las toman los empresarios en función de sus expectativas. Las expectativas racionales incluyen no sólo el cálculo de los indicadores en los últimos años, sino también el aprendizaje de los propios errores y las expectativas y previsiones de los otros actores, en especial el gobierno pero también los sindicatos y organismos financieros etc. La legitimidad y la confianza en los otros actores es, por tanto, un elemento clave para la generación de inversiones. En otras palabras, el tangible depende del intangible, y éste del nivel y calidad de las relaciones entre actores.
Las tecnologías de la información sólo incrementan la productividad, y generan valor añadido si se enmarcan en una organización de empresas en red, afirma M. Castells. Para este analista de la era de la información, el desarrollo económico y la competitividad de un territorio depende fundamentalmente de la organización de los sectores productivos y las empresas en redes. Pero identifica también otros factores como la formación, la innovación (incluida la tecnológica) y la capacidad de emprendimiento de una sociedad. Está ultima constituye, para Castells, el mecanismo que articula la innovación para incrementar la productividad, a condición de que se dispongan los recursos humanos, organizativos y tecnológicos adecuados. Para el autor el desarrollo y las características de este desarrollo en la sociedad red, dependen de un modelo cultural emprendedor. Puesto que la riqueza se crea por un tejido de innovadores y empresarios que se genera por la propia sociedad y sus instituciones.
M. Castells atribuye un papel al gobierno en la competitividad y el desarrollo económico (que es el mismo papel que se atribuye en este libro al gobierno relacional y a la gobernanza como su arte especifico de gobernar): “la experiencia internacional demuestra que la estrategia de reindustrialización y la transición a un nuevo tipo de economía requieren un papel activo de la Administración. No bajo la forma del intervencionismo dirigista o de la expansión del sector público, modelos también obsoletos, sino mediante el apoyo estratégico al tejido empresarial en términos de financiación de la innovación, reciclaje del personal, apoyo a la investigación y difusión tecnológica y de información.”
P. Himanen en colaboración con M. Castells actualizan la tesis de Max Weber. Para Weber, fue la adopción de valores y actitudes del protestantismo calvinista lo que generó el espíritu del capitalismo, y este espíritu impulsó al capitalismo entendido como sistema económico. Nuestros actores muestran cómo los “Hackers”, entendiendo por éstos los profesionales de vanguardia de la nueva sociedad informacional, participan de una misma cultura que impulsa el nuevo espíritu innovador: La cultura “Hacker”. Esta cultura está caracterizada fundamentalmente por valores y actitudes que fomentan la creatividad y la difusión de la innovación. Valores y actitudes como el valor del trabajo-ocio, una manera de trabajar que disuelve la frontera entre trabajo y ocio; el desarrollo de las redes para fomentar el intercambio y la generación de nuevos conocimientos; y una actitud abierta y solidaria que permite difundir la innovación y democratizarla. No hay revoluciones tecnológicas sin revolución cultural, puesto que las tecnologías deben ser pensadas, afirma M. Castells. Las condiciones económicas y sociales decidirán qué tecnologías sobreviven en el mercado pero no deciden que tecnologías se desarrollarán. Para estos autores la comprensión teórica de esta cultura y de su papel como fuente de innovación y creatividad en la era de la información constituye la piedra angular de la sociedad red.
D.S. Landes, en su monumental estudio sobre la riqueza y pobreza de las naciones, señala que las sociedades no progresan ni por recursos naturales, ni por su situación geo-estratégica, ni por el clima, ni por la demografía…, sino porque su desarrollo se basa en las ciudades que están en disposición para aprender y crear. Afirma también que los pueblos son prósperos en la medida que mantienen la humildad y el espíritu de cooperación para convertir la búsqueda de conocimiento en su principal valor.
C. Cipolla y colaboradores han demostrado que la crisis de las ciudades, naciones e imperios más importantes en la historia se deben a actitudes y comportamientos. Así los principales elementos comunes son:
La autocomplacencia que posibilita el mismo desarrollo económico y el crecimiento de la renta.
La poca disposición de sus actores al cambio y la innovación.
La arrogancia que desprecia a la competencia.
La existencia de un pensamiento centrado en “derechos” y no en “deberes y responsabilidades” que facilita que se genere un gasto por encima de las posibilidades productivas.
La quiebra del espíritu de colaboración y confianza entre los actores económicos y sociales.
La existencia de rigidez institucional que, entre otros defectos negó el cambio de situación e inició del declive.
A. de Geris de manera sorprendente ha invertido los factores de decadencia antes citados para explicar las razones de estabilidad del progreso  por las que 27 empresas multinacionales tienen más de 100 años, y que sin duda podemos también aplicar a las ciudades:
– Adopción de políticas financieras equilibradas o incluso conservadoras.
– Adaptación constante al cambiante entorno competitivo.
– Fuerte sentimiento de pertenencia de los empleados.
– Apertura permanente hacía nuevas ideas y especialmente tolerantes a experimentos y excentricidades que mejoran su comprensión y adaptación productiva.
[xx] Pascual Esteve, J.M. en La Gestión Estratégica de las Ciudades: Un instrumento para Gobernar las Ciudades en la Era Infoglobal. (Sevilla, Junta de Andalucía, 2002).
[xxi] Ver Pascual Esteve, J.M. La estrategia territorial como inicio de gobernanza democrática: Los planes estratégicos de 2ª generación. (Barcelona, Diputación de Barcelona, 2007) de próxima aparición en Julio 2007.
[xxii] Ver al respecto, Mendoza, X. “Las transformaciones del sector público en las sociedades avanzadas: Del Estado del Bienestar al Estado Relacional”. Papeles de Formación de la Diputación de Barcelona (1996) y Vernis, A. “La relación público-privada en la provisión de servicios sociales”. Papeles de Formación. Ob. cit. (1995).
[xxiii] Subirats, J. “¿Qué gestión pública para qué sociedad? Una mirada retrospectiva sobre el ejercicio de la gestión pública, en la sociedades europeas actuales” en Instituto de Gobierno y Políticas Públicas. UAB.
[xxiv] Los elementos enunciados de la capacidad de organización y acción coinciden con la formulación de herramientas que efectúa el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo: Formulación de visión estratégica; Alianzas público – privadas para proyectos “símbolo”; Cultura ciudadana; convivencia y seguridad ciudadana; Gestión pública urbana (Planeamiento urbano); Mecanismos de rendición de cuentas.
[xxv] http://www.ebropolis.es
[xxvi] Ver el estudio sobre 18 metrópolis europeas de Belil, M. y Espinós, M. “Aproximación a la gobernabilidad de las áreas metropolitanas europeas” en Elements de Debat Territorial. Diputación de Barcelona, 2001.
[xxvii] Berg, L.Van der, en Metropolitan Organising Capacity: Experiences with Organising Major Projects in European Cities ( Aldershot, Ashgater, 1997)
[xxviii] América-Europa de Regiones y Ciudades es un movimiento creado en el año 2004 del que forman parte en la actualidad más de 70 ciudades y regiones de Europa y América que tiene por finalidad promover la gobernanza territorial. Ver AERYC. Regiones y Ciudades ante el desarrollo humano contemporáneo: La gobernanza democrática. (Sevilla, Junta de Andalucía, 2006).
[xxix] La gobernanza es un modo de gobernar, la gobernabilidad sería el resultado de una buena gobernanza. Para un estudio en profundidad de la gobernanza se recomienda. Prats,J. De la Burocracia al Management. Del Management a la Gobernanza. (Madrid, INAP, 2005).
[xxx] Blanco, I. y Gomà, R. “Gobiernos locales y redes: retos e innovaciones”.
[xxxi] Prats, J. “Gobernabilidad democrática para el desarrollo humano. Marco conceptual y analítico”. En Instituciones y Desarrollo nº 10 (2001) pag.103-148.
[xxxii] Para un desarrollo de esta tesis ver: Pascual Esteve, J.M. De la planificación a la gestión estratégica. (Barcelona, ed. Diputación de Barcelona, 2001).
[xxxiii] Pascual Esteve, J.M. La estrategia de las ciudades. Los planes estratégicos como instrumento: métodos, técnicas y buenas prácticas. (Barcelona, ed, Diputación de Barcelona, 1990). En este libro expongo un conjunto de métodos y técnicas que son útiles para la elaboración de  planes estratégicos territoriales que sirvan como inicio de la gobernanza territorial.
[xxxiv] Ver Pascual Esteve, JM. La estrategia de las ciudades: métodos, técnicas y buenas prácticas. (Barcelona, Diputación de Barcelona, 1999), pag.157 a 162.
[xxxv] Ver Puig, T. La Comunicación cómplice con los ciudadanos. (Madrid, Siglo XXI. 2003).
[xxxvi] Podemos encontrar la exposición metodológica de la sociología comprensiva en Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales (Barcelona, Península ed., 1971). Y también en Economía y Sociedad. ob.cit. en el que mantiene la importancia de lo subjetivo para el análisis sociológico.
[xxxvii] Para conocer el enfoque sistémico se recomienda la lectura de L. Bertalanffy, La Teoría General de Sistemas.(Madrid, F.C.E, 1981).
[xxxviii] Comisión Europea Tercer Informe sobre cohesión económica y social. 2004, pag. 28

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