Joan Prats en el mundo andino

JOAN PRATS EN EL MUNDO ANDINO

X Congreso CLAD

República Dominicana, 12 de noviembre 2010

Teresa Ossio Bustillos

Me toca una difícil tarea, difícil pero entrañable, hablar desde mi ser latinoamericano, desde mi ser boliviano, desde mi intelecto pero especialmente desde mi corazón como esposa de Joan Prats, la persona a quien muchos de nosotros hemos seguido desde su pensamiento e ideas durante largos años. Hoy en este homenaje voy a recordarle compartiendo con todos ustedes.
Joan Prats i Catala nació en Benicolet, un pueblo de Valencia, España  y su formación en derecho le  permitió ser Premio Extraordinario en la Universidad de Valencia. Entre sus títulos académicos había obtenido  el de Doctor en Derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona y de Doctor en Derecho de la Universidad de la Sorbona en Francia. Además de varios diplomados en Estudios Superiores en diversas universidades de Francia y de España. Fue profesor en universidades españolas y en muchas universidades latinoamericanas, su pensamiento ilustrado y la innovación desde sus reflexiones influyeron  notablemente en las aulas donde dictaba clases. Sin embargo no solo destacaba en el plano académico e intelectual desde la teoría y las ideas, también estuvo en el quehacer político, allí destacó como Diputado en el Parlamento de Cataluña, Senador en el Senado español y miembro de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español en los años 1980-1984. Dentro del ámbito de sus estudios y dedicación por la cosa pública fue Presidente del Instituto Nacional de Administración Pública de España durante 1983 y 1984 y Consejero de Estado, 1984-1988. Retomando acción desde su pensamiento en la administración el año 2006, como fue Presidente de la Comisión de Reforma de la Administración Pública de España y el 2009 invitado a presidir una comisión similar en Cataluña.
Joan Prats comenzó una relación más estrecha con América Latina ya en los años 80, fue Consultor en Administración, Gerencia Pública y Desarrollo Institucional de diversos Organismos Internacionales: OCDE, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Unión Europea, Agencia Española de Cooperación Internacional y Gobierno de Cataluña, 1985-1998. Proyectó una idea que luego se convertiría en unos de los centros mas reconocidos en nuestra región y en España, el Instituto Internacional de Gobernabilidad (IIG) cuyo objetivo fue el desarrollar investigaciones, estudios, consultoría, publicaciones y redes, referidas al desarrollo institucional necesario para la transición y la consolidación de procesos democráticos, economías de mercado abiertas y sociedades cohesionadas. Dirigió el proyecto del PNUD y Generalidad de Cataluña: «Red de Gobernabilidad y Desarrollo Institucional para América Latina» en el IIG. Desde este proyecto dirigió los perfiles de gobernabilidad de Paraguay y de Bolivia y trabajó coordinando proyectos de gobernabilidad en Ecuador, Perú y Chile. Pocas personas del mundo académico intelectual conocerían las realidades de la región desde lo local hasta la dimensión regional.  Desde la revista Gobernanza de AIGOB, que presidía siguió escribiendo estos y otros temas. Fue miembro del Consejo Científico del CLAD (Consejo Latinoamericano de Administración para el Desarrollo) y asesor de la Red de Institutos y Escuelas Interamericanas de Administración Pública.
Joan Prats siguió la trayectoria del cambio del pensamiento en el concepto de Institucionalidad. Este cambio de énfasis desde lo organizativo a lo institucional correspondió con cambios importantes en la teoría del desarrollo que teorizaron North, 1991; Hirschman, 1995; Ostrom, 1993; Borrow, 1995; March y Olsen, 1995, entre muchos otros. Coincidió en la línea de que la estrategia específica de «governance», adoptada en su momento por el PNUD, que partía de la concepción del desarrollo humano sostenible  se podía convertir en una estrategia integral para la que los aspectos económicos, políticos, sociales y medioambientales de la gobernabilidad resultaban inseparables e interdependientes.
Desde esta visión fue postulando el ideario sobre el que descansaría su planteamiento sobre América Latina, región que empezó a conocer desde muchos aspectos en los años 80, su percepción era diáfana, percibía que progresivamente iba generándose entre los distintos actores de la región una sensación de que la debilidad mayor de las sociedades latinoamericanas frente a los retos del desarrollo actual no procedía tanto de una carencia de recursos naturales, económicos o humanos sino de la inadecuación e ineficiencia de las instituciones que condicionan la productividad de esos recursos. Sostendría permanentemente que el problema del desarrollo dejaba de constituir en un problema de gobierno para convertirse en un problema de gobernanza.
Su calidad académica y su cualidad humana le permitirían abordar los temas de América latina en general y del mundo andino en particular sin frialdad, con sensibilidad pero clara objetividad, desde sus análisis no le sería ajeno el tratamiento de la reforma del estado y la referencia obligada a la administración pública. Por otra parte vería con preocupación no exenta de tristeza que la reducción de la pobreza que en números cuánticos tenía relevancia en los informes de desarrollo no significaba la mejora notable de la calidad de vida y la mejora de la sociedad civil en los países latinoamericanos, había un fantasma mas oscuro que se cernía sobre los esfuerzos de nuestros países oscureciendo el horizonte del desarrollo, la desigualdad. Con la mente puesta en ese paradigma incorporó un razonamiento que era transversal en todos sus análisis y expreso en su discurso, su defensa por la igualdad y respeto de la condición de la mujer. Consideraba que Latinoamérica no terminaría de crecer y dotarse de oportunidades mientras la condición de la mujer siguiera manteniendo los niveles de exclusión e indignidad en muchos campos de la vida ciudadana.
Su mirada atenta sobre Latinoamérica en general y del mundo andino en particular no provenía solo desde las lentes del estudio y la reflexión teórica, largas temporadas de vivencia en la mayoría de los países en Latinoamérica y especialmente en Bolivia le dotaron de una comprensión desde la empatía de la que era poseedor. Convirtió una frase y la hizo suya: “la mejor manera de mirar un país es recorriéndolo a pie y conversando en sus calles”. En su momento nos habló de que echar las campanas de la modernidad al vuelo, como había sucedido en algunos de nuestros países, alegando con ostentación que, tras el ajuste, las privatizaciones, las desregulaciones y la liberalización comercial, ya estaba casi todo hecho, no era actuar con sentido de responsabilidad histórica. Que con todo ese esfuerzo lo que se había hecho era apenas haber puesto el pié sobre un suelo firme para el despegue, y no en todos los países. Un hombre con el sino de la esperanza por la vida no podía menos que decir que el horizonte que quedaba por recorrer era largo y trabajoso pero también esperanzador recalcando la necesidad del surgimiento de verdaderos liderazgos y estrategias nacionales integrales capaces de orientar y movilizar la acción colectiva requerida para ello.
Su pensamiento estaba puesto en la historia de los pueblos,  “no se puede conocer a un país sino se conoce su historia y su gente, su cultura, en definitiva su identidad”. Les leo un párrafo inspirador que Joan escribió:
”La colonización latinoamericana como obra de Castilla, que se configuró institucionalmente como una monarquía fuertemente centralizada, apoyada en una potente burocracia civil, militar y religiosa, con un Parlamento inexistente o debilitado, sin poder judicial independiente y con un grado elevadísimo de interferencia en la economía y supeditación de ésta a los intereses del Estado. La Corona y sus burocracias, apoyados por los detentadores de monopolios o patentes reales y por los monopolios gremiales, formaban la coalición que impidió el desarrollo no sólo del Parlamento y de un Derecho superior a la voluntad real, sino del incentivo necesario para la libre empresa, al no estar definidos legalmente ni asegurados judicialmente los derechos de propiedad ni el respeto de los contratos. En otras palabras, el fuerte intervencionismo económico y el poder arbitrario impidieron en el mundo hispánico el surgimiento de un sociedad civil autónoma y potente, dejando permanentemente frustrada y pendiente la revolución liberal”
Latinoamérica
Desde el reconocimiento de los temas pendientes en la región no dudaba que parte del obstáculo en el engranaje del desarrollo de América Latina se debía a esa herencia histórica: las relaciones personales como la clave de gran parte del intercambio económico y político. Asumía que ello era la consecuencia de la evolución de un marco institucional que no había sido capaz de procurar ni estabilidad política ni el aprovechamiento consistente del potencial de la tecnología moderna. Consideraba que esta era la debilidad institucional latinoamericana que impedía sacar fuera en toda su extensión el tremendo potencial de recursos naturales y humanos generosamente expandidos por toda la región.
Sin embargo Joan Prats consideraba que la fortuna podía sonreírle a esta depredada región, y era la conciencia cada vez mas clara del déficit institucional por toda América Latina. Desde esa conciencia se extenderían las posibles respuestas, respuestas que serían las estrategias nacionales de desarrollo institucional como componente inesquivable del fortalecimiento de la gobernabilidad democrática. Esa respuesta sugerida fue su aporte a nuestros países.  Ciertamente que ni el diagnóstico ni los tratamientos resultaban todavía suficientemente claros, convincentes ni compartidos. Pero sabía que siempre es así cuando se está ante los verdaderos cambios de paradigma. Y el cambio más prometedor que había empezado a vivir América Latina era un cambio mental y cultural, expresado en la emergencia no exenta de conflicto  de nuevos paradigmas tanto en lo económico como en lo político, lo social o lo empresarial.
De las instituciones
He hecho referencia a Joan Prats desde su visión general sobre el desarrollo de América Latina pero no sería justa con uno de los impulsores de la teoría de la institucionalidad en la región y con uno de los primeros pensadores y académicos a quien escuchamos hablar de “gobernabilidad”. El decía que una comprensión adecuada del valor y funcionalidad de las instituciones exige comenzar distinguiendo entre las instituciones y las organizaciones.[1] Que las instituciones son las reglas del juego social, o el conjunto de las constricciones que en una sociedad moldean la interacción individual y organizativa. Y que las instituciones proceden de la evolución social histórica, pero no han sido prediseñadas o construidas por voluntad o decreto. Cada país tiene su específico sistema institucional, el cual determina en gran medida el sistema de incentivos de la interacción económica, política o social, y, por lo mismo, el potencial de eficiencia económica y de equidad social del país en cuestión.
¿Cuál era la base de lo que mas adelante desarrollaría como los fundamentos de la gobernabilidad en América Latina, desglosándolos ampliamente en los perfiles de Gobernabilidad de Paraguay, Bolivia y los estudios en Ecuador y Perú para ir más adelante en Chile? Que la eficiencia y la equidad de las interacciones humanas dependen no sólo de las instituciones sino también de las organizaciones. Decía que la interacción humana no sólo es moldeada por las reglas del juego sino también por los equipos u organizaciones constituidos para el juego. Lo característico de las instituciones es que no tienen fines específicos sino la función de facilitar la interacción humana.
Del liderazgo
Dos libros donde encontramos su pensamiento: “A los príncipes Republicanos. Gobernanza y desarrollo desde el republicanismo cívico.” y su última publicación: “Por una izquierda democrática: escritos pensando en Bolivia”, nos muestran hasta qué punto Joan Prats penetró en las entrañas del mundo andino y latinoamericano. Su reflexión sobre el problema de los verdaderos líderes políticos, decía, no es saber todo lo que queda por hacer sino qué no puede dejar de hacerse aquí y ahora. Y que la respuesta a esta pregunta constituye la verdadera agenda política nacional de cada momento, la sustancia de la estrategia de gobernabilidad y desarrollo institucional propia de cada país. La democracia como el mercado son realidades siempre inacabadas. Cada tiempo tiene su afán. Que no equivocar lo que es importante en cada momento es lo que distingue al gran líder político de los ciudadanos o profesores cultos o inconformistas.
Así fue construyendo el pensamiento para la acción, desde el concepto de que una estrategia de fortalecimiento de la gobernabilidad democrática no depende sólo del desarrollo institucional. Exige también, interrelaciones, un fortalecimiento de las capacidades de los actores de la gobernabilidad y, principalmente, de las capacidades de las organizaciones del gobierno. Decía el año 2000: “América Latina lleva muchos años persiguiendo el desarrollo y la estabilidad democrática bajo los eslóganes más diversos (reforma administrativa, primero, modernización administrativa, después, reforma del estado, ahora). La finalidad de toda reflexión o análisis desde la acción es aprender las lecciones del pasado, para no repetir sus errores, tratando de situar los esfuerzos del presente y del futuro sobre bases conceptuales más sólidas.”
El laboratorio de su pensamiento fue la experiencia en la práctica, como Presidente del Instituto Nacional de España, INAP,  pudo afrontar en los años 80, primer gobierno de Felipe Gonzales, la estructuración de un nuevo modelo de administración pública. Así fue siguiendo en los años posteriores con mirada atenta a los programas de reforma que fueron impulsados en todo el mundo por las agencias internacionales como ingrediente necesario del coctel del desarrollo. Las reformas administrativas no se justificaban, en efecto, por sí mismas, sino por su necesidad en términos de desarrollo económico y social. Y Joan Prats fue testigo de la América Latina que bebió de este cáliz con más fruición que ninguna otra región del mundo. Sus resultados, sin embargo, observaba, no fueron los esperados. A pesar que muchos países de la región incorporaron oficinas del servicio civil, INAPS, facultades de ciencias administrativas, oficinas de presupuestos, contralorías, y hasta de sus correspondientes organismos intergubernamentales de ámbito regional. No había avances significativos, se había avanzado poco, a decir de nuestro recordado, en la eficiencia y en la equidad de la asignación de los recursos públicos.  No había habido moda en las «técnicas de gestión» que no fuera comprada y experimentada por algún país de la región. Nos ilustró sobre estos temas  ampliamente analizados y concretizados desde la reflexión en su libro “de la Burocracia a la Gerencia pública, de la Gerencia a la Gobernanza”.
Joan Prats caracterizaba el orden institucional latinoamericano, en especial andino, como la pervivencia del sistema patrimonialista burocrático, clientelar, caudillista, personalista, corporativo, donde la esfera política y económica se confunden y donde solo se puede integrar en esa esfera una parte de la población estructurada en redes clientelares, condenando al resto a la exclusión y la marginación. Leo a continuación palabras de un texto sobre L.A.:” La ola de democratización vivida por América Latina a partir de los 80 y la aplicación casi paralela de las políticas del Consenso Washington, aunque han mejorado sensiblemente los indicadores de libertad política y las capacidades de manejo macroeconómico, no parece que hayan conseguido revertir suficientemente las tendencias patrimonialistas y clientelares profundas de la cultura política. Algunos indicadores de desarrollo institucional han mejorado tal como hemos tenido ocasión de exponer, pero otros han permanecido estancados.”
Su mensaje
“Los únicos caudillos que podemos aceptar son los que se hacen prescindibles construyendo o fortaleciendo las instituciones democráticas”
Joan Prats se declaraba inequívocamente demócrata y se inscribía en el republicanismo cívico como línea de pensamiento y acción, es así que en sus  últimos escritos y reflexiones hacía énfasis en el riesgo de una involución autoritaria de nuevo cuño para América Latina pero que este riesgo no era cobrable a los nuevos emprendedores tan equívocamente democráticos, sino a los viejos demócratas incapaces de remontar el modelo clientelar, patrimonial, caudillista y redistributivo en el que se han formado y pretenden seguir utilizando como modo de legitimación, eso sí compatibilizado ahora con el acceso electoral al poder. He utilizado sus expresiones para no alejarme de sus ideas. En ellas defendía además de la democracia a la política. Una revalorización y reinvención de la política como responsabilidad compartida entre todos por la construcción y el progreso de nuestras comunidades y naciones y desde ellas de un orden internacional más justo y vivible. Y en ese marco, en la inscripción del republicanismo cívico de una ciudadanía activa que impulse las reformas exigidas para nuestro desarrollo democrático.[2]
He hecho una rápida pero necesaria alusión a los conceptos en los que reconocemos a Joan Prats, las instituciones, la gobernabilidad, la administración pública, la democracia, la igualdad, la política y el republicanismo cívico. Pero hablar de Joan Prats sin hablar de desarrollo sería cometer una omisión. Para él, pretender que alguien tiene “las soluciones” desde el mero conocimiento experto para los países como los andinos o latinoamericanos, vistos como sociedades complejas, diversas, con alta tasa de cambio y con alto potencial de conflicto, resultaba absurdo. Leo a Joan: “El cambio en que consiste el desarrollo no puede imponerse desde afuera. Nadie que no quiera y pueda desarrollarse será desarrollado. No hay desarrollo sin cambio en los modos de pensar y de actuar, y las personas, aunque pueden ser forzadas a adoptar ciertos comportamientos y utilizar ciertas palabras, no pueden ser forzadas a cambiar su modo de pensar. Para producir mejores instituciones y capacidades es necesario que los programas de desarrollo sean hechos suyos por una coalición suficiente de actores nacionales capaces de impulsar sosteniblemente las transformaciones y aprendizajes obligados.”
Como él decía, siempre ha sido históricamente igual: en tiempos convulsos y de grandes cambios, los países que saben construir los consensos y las instituciones internas que garantizan cohesión y orden suben en la jerarquía de los pueblos y ganan mayores niveles de paz, libertad y bien vivir para sus habitantes. Los países que permanecen divididos, inestables, con una institucionalidad confusa y convulsa, en desorden, retroceden casi inexorablemente.
He titulado esta presentación como “Joan Prats en el Mundo Andino” por una razón especial, Joan vivió los últimos años muy de cerca el proceso de transformación en esta parte de la región. Tuvo oportunidad de estudiar y de tener vínculos de trabajo y de amistad en el Ecuador, se acercó a Chile con frecuencia y pudo trabajar desde la mirada de la descentralización del país y sus desafíos, allí formó parte de un equipo de trabajo académico que en este momento lidera esa opción como una alternativa para el desarrollo de las regiones más deprimidas en especial y del país en general. Pero Bolivia, Bolivia fue un país que hizo suyo.
Desde la premisa del respeto y “amorosamente” como repetía estudió y vivió Bolivia. Entre las muchas realidades de los últimos tiempos que vive el país estudió el proceso constituyente de Bolivia pensando en un pacto sobreviniente, un acuerdo que diera como resultado una nueva Constitución Política que expresara un amplio acuerdo entre los diversos sectores sociales, económicos y políticos del país, que incluiría tanto la garantía de la democracia, como de un orden económico-social eficaz y equitativo así como de los derechos a la autonomía de los municipios, las naciones o pueblos indígenas y los departamentos… Pero algo tenía claro y es que “Bolivia es Bolivia y a los problemas bolivianos hay que darles soluciones bolivianas. En esa tesitura y con el respeto que lo caracterizaba cuando trataba temas o ideas sobre algún país escribió el libro “Hacia una izquierda democrática, escritos pensando en Bolivia.
Concluyo aquí, en las palabras que he preparado no sin dificultad he tratado de mostrar al hombre que tenía el sino de innovar, crear y creer en proyectos para hacer una sociedad democrática, más justa y menos desigual. Les he retratado el perfil del pensamiento de un hombre de la talla de Joan Prats pero no sería justa con su memoria si no mencionara que a esa dimensión intelectual y política le ha acompañado notablemente su dimensión humana, y a esa memoria le calza también la del poeta. Lector incansable era también un soñador. Y entre sus sueños  mantenía uno especial, el de recorrer el camino de Santiago, hasta que pudo realizarlo, se fue al camino, un camino que había comenzado hace muchos años, y aquel hombre que era mediterráneo pero que también se sentía  andino empezó la ruta Jacobea un 14 de abril que él diría no era casualidad, era el día que en España recuerda la creación de la segunda república. Empezó el camino en Roncesvalles, donde guardó la frase mencionada en la misa a los peregrinos, la misma que le acompañaría durante su recorrido, “El camino de Santiago no es la búsqueda de Dios es la búsqueda de uno mismo y en uno mismo está Dios y Dios es amor”. Caminó quince días recorriendo 300 km y una noche se fue a dormir y casi sin despedirse se fue directo a las estrellas. Ese día partió un hombre noble, de inteligencia clara, inmensamente humano,  amigo de sus amigos, padre amoroso y compañero de mi vida. Se fue dejándonos entre muchas, una lección: es importante tener sueños pero lo es más intentar alcanzarlos.
Muchas gracias.
[1] GOBERNABILIDAD DEMOCRATICA EN LA AMERICA LATINA FINISECULAR. Instituciones, Gobiernos y Liderazgos. Joan Prats Catalá Director del «Barcelona Gobernante Project» ESADE – UNIVERSIDAD DE LAS NACIONES UNIDAS.2000
[2] ¡QUIÉN SE PONDRÁ AL FRENTE? LA LARGA MARCHA A TRAVES DE LAS INSTITUCIONES. Joan Prats i Català. IIG Barcelona julio 1999. Pnud/IIg

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