Gobernanza y Paradigma Transnacional

Gobernanza y Paradigma Transnacional

José del Rosario Villamil Quiroz
Investigador en Gobernanza Latinoamericana.

Este artículo tiene como objetivo establecer la conexión entre el paradigma transnacional y los marcos conceptuales de la gobernanza como instrumento de análisis de las nuevas dinámicas que mueven la sociedad internacional.
El fin de la segunda ola y el inicio de la tercera fase de la globalización, ponen en la escena mundial al paradigma transnacional como ese esquema mental que trae consigo la visión de que existe una pluralidad de actores internacionales que se interrelacionan, perspectiva esta que guarda relación antecesora con el enfoque de gobernanza global que toma fuerza en el referente teórico de análisis de nuestros días. En virtud de ello, el presente trabajo tiene como objetivo establecer la conexión entre el paradigma transnacional y los marcos conceptuales de la gobernanza como instrumento de análisis de las nuevas dinámicas que mueven la sociedad internacional.
El Paradigma Transnacional
El paradigma transnacional encuentra su naturaleza en el paso del contexto bipolar hacia la época de la distensión, ambos espacios inscritos en el periodo comprendido en el interregno del final de la segunda guerra mundial y el ocaso de la segunda ola de globalización a finales de la década de los setenta del siglo XX.
Una de las características principales de la segunda ola de globalización, es la instalación del mundo bipolar, determinado por la tensión entre dos polos de poder en torno a una confrontación nuclear, pero también con un elemento fundamental, cual es el reconocimiento del fenómeno estatal como actor fundamental de las relaciones internacionales, a la par de la creación de organismos interestatales como la ONU, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Como respuesta a dicha situación, en esta fase de la globalización, se registra el predominio del paradigma realista de las relaciones internacionales, cuyo precursor fue el académico Norteamericano Georges Morgenthau, teniendo como unidad de análisis al Estado y como problemática de estudio la seguridad nacional, en una época de anarquía y conflicto donde los Estados Unidos temía una agresión militar de la Unión Soviética.
Así de esta manera, este paradigma se convertirá en el esquema mental reinante durante buena parte de la segunda ola de globalización y se constituiría en el fundamento de la llamada Política de Contención Norteamericana. En este contexto histórico, se temía que los Estados y, en concreto, las dos principales potencias pudieran emplear el uso de la fuerza en cualquier momento para asegurar su propia supervivencia. Es por ello, que este esquema de pensamiento parezca el adecuado como unidad de análisis en el contexto de la guerra fría y de la competencia bipolar, teniendo como premisas el estatocentrismo y la seguridad nacional en términos militares y de anarquía.
Su caracterización muestra a los Estados nacionales como los protagonistas fundamentales del escenario internacional tomando como unidad de análisis a ese Estado como actor racional y unitario y en esa proyección concibe su problemática de estudio en la seguridad nacional para asegurar la supervivencia del Estado en un medio hostil (Barbé, 2007).
Los Realistas entre ellos Morgenthau, su máximo exponente, equipararon la esfera internacional al estado de naturaleza hobbesiano o precontractual donde imperaría la anarquía, el estado de guerra y el conflicto perpetuo y donde el ejercicio del poder, la coerción y la fuerza se impondrían sobre cualquier otra lógica. Esto sería como consecuencia de la perversa naturaleza humana y de un pesimismo antropológico que conduce a sostener la inexistencia de restricciones morales universales. Con base en estos postulados Morgenthau elaboraría la teoría de la política internacional sustentada en los denominados principios del realismo político, la cual tenía como objetivo la orientación de la diplomacia norteamericana en el contexto de la competencia bipolar en el cual aparecía  como principal antagonista la URSS (Arenal, 2002; Barbé 2004).
Un elemento importante de resaltar como antecedente en el surgimiento del paradigma transnacional, es el episodio del fenómeno conocido como “Crisis de los Misiles de Cuba”. Luego de la derrota de Batista a manos de Fidel Castro en 1959, empieza el mando de este último con una expansiva nacionalización de los recursos y una estrecha relación del nuevo gobierno cubano con el de la Unión Soviética, entre otros aspectos con un acuerdo comercial de azúcar por petróleo, injerencia esta que ya había sido observada por el Presidente Norteamericano Eisenhower. Precisamente, en agosto de 1962, el presidente soviético Nikita Crushev, el cual atravesaba por unos bajos niveles de credibilidad interna, decide instalar unas lanzaderas de misiles balísticas de largo alcance en Cuba, lo cual provocaría una dura reacción de Estados Unidos que veía amenazada su seguridad nacional.
El 14 de octubre de 1962, aviones norteamericanos hacen fotografías donde descubren la iniciativa de misiles de URSS en la isla. Con el apoyo de la OEA, Estados Unidos recurre a un procedimiento que el presidente Kennedy llamo “Cuarentena”, que no era más que un bloqueo disfrazado, en el cual se intervendría cualquier barco que llegue a cuba. El 23 de octubre del mismo año, en un incidente en las naciones unidas, Estados Unidos muestra las lanzaderas de misiles instaladas en Cuba de parte del gobierno de Crushev, tres días después URSS, hace ver que es un misil defensivo y que no tienen ningún interés de atacar a EEUU, diciendo que se compromete a quitar las lanzaderas si EEUU levanta la cuarentena con el compromiso de no invadir a Cuba.
Fue un lapso corto de tiempo en el que la humanidad estuvo ante la incertidumbre de una confrontación nuclear. Durante los trece días de zozobra que demoró la crisis, los presidentes Kennedy y Crushev atravesaron por serios problemas de comunicación que agravaron más el conflicto y por ello una de las consecuencias fue el establecimiento del llamado teléfono rojo que se constituiría mas tarde en una línea de comunicación directa entre los presidentes de los dos gobiernos.
La terminación del episodio de la “Crisis de los misiles de cuba”, daría lugar a la entrada a la época de la distensión, teniendo en cuenta el relajamiento de la perspectiva de un conflicto nuclear entre las dos grandes potencias nucleares de la época. Teniendo en cuenta ello, en 1968, las cinco potencias nucleares consolidadas de la época, en su carácter de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones; Estados Unidos, Gran Bretaña, Unión Soviética, Francia y China; suscribieron como países depositarios el llamado Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares (TNP), conjuntamente con otros 40 países en su calidad de Estados signatarios, acuerdo que hoy continua vigente. En el TNP las cinco potencias nucleares reconocidas se comprometieron a no ayudar de ninguna manera a cualquier otro país a convertirse en una potencia nuclear; los mismos cinco países se comprometían a dar pasos hacia un desarme efectivo; y todos los demás países recibieron la promesa de asistencia para desarrollar la enérgica atómica con usos pacíficos.
Con la época de la distensión pasaríamos del mundo de la alta política, caracterizada por la defensa de la seguridad nacional;  al mundo de la baja política determinada por la complejidad de las relaciones económicas y políticas, donde el Estado ya no sería el único actor fundamental, sino un cúmulo de agentes interactuando en torno a la dinámica del medio ambiente, la economía, entre otros aspectos, en un escenario donde inicia el debate sobre el declive hegemónico de Estados Unidos como potencia económica.
Es el momento de la aparición y la proyección del paradigma transnacional de las relaciones internacionales de Josep Nye a principios de los setenta y en el ocaso de la segunda ola de globalización, que tendrá como unidad de análisis la sociedad global con múltiples actores y como objeto de estudio los problemas de interdependencia. Este esquema mental, también conocido como interdependencia compleja pone de manifiesto el debilitamiento paulatino del Estado como actor fundamental y hegemónico de las relaciones internacionales, dando paso a una sociedad mundial interdependiente y transnacional constituido por una densa red de interacciones que obligan a la cooperación.
Características del Paradigma Transnacional

Contexto Histórico  Distensión
Unidad de Análisis Pluralidad de Actores Internacionales (organizaciones internacionales, ONG, empresas y transnacionales, actores subestatales)
Problemática de Estudio Problemas derivados de la actividad humana en un mundo altamente desarrollado: relaciones comerciales, medio ambiente, crisis de recursos, etc
Imagen del Mundo  Red o telaraña (Interdependencia)

Fuente: Barbé (2010)
Otros elementos también contribuirían a la problemática de estudio del paradigma transnacional. La segunda fase de globalización finaliza con la recesión económica en Europa a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta y con la crisis política y social, y hasta de confianza que sufrieron los Estados Unidos a raíz de la guerra de Vietnam. Además en la década de los setenta, se da por primera vez el fenómeno denominado stagflation; la combinación de inflación elevada, desempleo alto y crecimiento casi nulo. Estos factores son exacerbados por la crisis petrolera que se desencadena a partir de 1973, ya que el incremento notable de los precios de los combustibles socava la posibilidad de crecimiento económico. También, en la segunda mitad de los años setenta la incesante expansión de la intervención económica estatal y el correspondiente aumento en el gasto público trastoca al «welfare state», que comienza a enfrentar serios síntomas de agotamiento.
Marc Bou (2006), reseña que a partir de los años setenta se empezó a cuestionar los planteamientos realistas por parte de un nuevo enfoque que venía surgiendo, cuál era el paradigma Transnacional, direccionado principalmente por Keohane y Nye. Esta autora, manifiesta que ese cuestionamiento estaba direccionado hacia objetar la perspectiva realista por acotar su ámbito de análisis al comportamiento de los Estados y a su dimensión conflictiva. Plantea que en contravía, los transnacionalistas asumieron las siguientes ideas: (1) la seguridad militar no dominaba la agenda, es decir, no había una jerárquica estática de temas; (2) la sociedad están conectadas por múltiples canales ya sea a través de relaciones interestatales, transgubernamentales o transnacionales; (3) el empleo de la fuerza no siempre era un medio apropiado para logar metas como el desarrollo económico o el bienestar. Además  los partidarios del enfoque transnacional alertaron, que para interpretar mejor la realidad internacional, debía analizarse, por un lado, la presencia cada vez mayor de actores no estatales autónomos con objetivos y estrategias diferentes de las estatales y, por otro, el nivel de sensibilidad y vulnerabilidad de los actores ante la conducta de otro actor. Por tanto, ya no tendría sentido seguir separando la esfera interna de los Estados de la esfera internacional porque ambas serian mutuamente permeables.
Celestino del Arenal, esboza que el punto de partida de esta perspectiva es que la relaciones que se producen a través de las fronteras estatales, a consecuencia del comercio, del turismo, de la nuevas tecnologías en el campo de las comunicaciones y de una vasta red de relaciones transnacionales entre ciudadanos privados, asociaciones y empresas transnacionales, han alcanzado tal grado de intensidad y desarrollo que se puede afirmar la existencia de una sociedad mundial, no solo interestatal. Sociedad mundial en la que los Estados han perdido el control de una parte importante de las relaciones internacionales. Dados estos cambios, hablar exclusivamente de un mundo de Estados no tiene ya sentido. El paradigma del Estado y del poder está, así, tan alejado de las realidades actuales que debe ser remplazado por paradigmas o modelos que se adapten al mundo actual y sean capaces de aportar interpretaciones y soluciones globales a los problemas globales (Arenal, 2007).
Es precisamente el enfoque de redes de interrelación y de cooperación entre actores gubernamentales, privados y de la sociedad civil, lo que caracteriza al esquema de la gobernanza, lo cual refuerza la conexión con el referente teórico transnacional surgido en el devenir de la segunda y tercera ola de globalización moderna.
En ese orden de ideas, la tercera ola de globalización iniciada a principio de los ochenta, se caracterizó por la incorporación al mercado global de un grupo de países en vías de desarrollo, ya no a través de la exportación de materias primas o commodities, sino de productos manufacturados, los cuales empezarían a ser denominados como las economías emergentes
Esa fase de globalizacion asume algunas acepciones determinadas en algunos casos por los motores de la misma, respondiendo en algunos eventos al nombre de Sociedad de la información y el Conocimiento y en algunos casos al postfordismo; precisamente por alguna de las caracterizaciones de sus factores impulsores que son: la tecnología, los sistemas de Producción transnacional, flujos de Capital, actores transnacionales, patrones de identidad y la reorganización de espacios territoriales
Si bien el estado nación continua siendo un actor fundamental en este nuevo mapa global, la novedad es que ya no puede ser pensado ni como actor hegemónico del sistema de relaciones internacionales, ni como único representante de los intereses y las necesidades de sus sociedades. En efecto, la influencia de agencias internacionales, corporaciones transnacionales y movimientos ciudadanos globales sobre materias tradicionalmente asociadas a la «política interna», en un marco de fronteras territoriales porosas y permeables, pone en evidencia que la política nacional ha dejado de identificarse con el espacio donde se juega el destino de la comunidad nacional.
A pesar de que la soberanía y el monopolio de la fuerza quedan en manos del Estado, las crecientes interdependencias de la sociedad mundial ponen en cuestión la premisa de que la política nacional, que es todavía territorial, pueda realmente coincidir con el destino de la sociedad  nacional. Ello marca claramente un riesgo de  deterioro de la política, de erosión de la legitimidad y consecuente lesión de la gobernabilidad democrática.
En Europa, la ciudadanía es muy consciente de la erosión del Estado nacional y de su soberanía producto del resultado plasmado en el proceso político controlado de formación de la Unión Europea, lo que significa un impacto unificatorio muy importante en la psicología colectiva europea. Es por ello, que ningún político niega que a diario los estados estén cediendo soberanía, en todo caso la discusión es, hasta dónde, cómo y cuando se cede. En América Latina, en cambio el proceso de erosión de los estados nacionales, que si cabe es mayor, más contundente y menos controlado, es mucho menos aparente y se puede mantener y se mantiene la ilusión de la soberanía de cara a la opinión pública electoral o votante. Esto guarda relación con que los tradicionales defensores del Estado Patrimonialista les importa mantener sus redes clientelares (Centelles, 2006).
Significa entonces, que en esta etapa que estamos viviendo hay una recomposición de las relaciones internacionales, con un nuevo entramado en donde entran en juego un sinnúmero de actores gubernamentales, privados y de la sociedad civil, que se interrelacionan. Ello ha producido el nuevo concepto de que el gobierno de la globalización no puede hacerse solo desde los Estados y los organismos intergubernamentales, sino que se requiere el concurso de las ONG y el compromiso del sector privado. Este cambio de concepto se expresa en el cambio de palabras: del gobierno a la gobernanza de la globalización (Prats, 2004).
Nótese que todas estas interpretaciones, hacen referencia al protagonismo de un conjunto de actores en las decisiones, lo  que existe una fuerte identificación con los postulados del paradigma transnacional y en proyección con el fundamento conceptual de la gobernanza, como mecanismo de gestión que encuentra aplicación también en las relaciones internacionales.
2. La Gobernanza Global.
La entrada en escena de la tercera etapa de globalización a finales del siglo XX descaró las debilidades del Estado tradicional como actor hegemónico de las relaciones mundiales, internacionales, nacionales y locales; marcando el paso hacia sociedades caracterizadas por la complejidad, interdependencia y pluralidad de actores estratégicos de diversas escalas.
El Estado ya no es el único actor determinante en las relaciones en el eje local-global. Han surgido actores no gubernamentales interestatales, actores gubernamentales interestatales, gobiernos subnacionales, medios de comunicación, organizaciones sociales e individuos de prestigio, que paulatinamente le van restando legitimidad y protagonismo, propiciando una telaraña de intereses en el marco de la sociedad de la información y el conocimiento y la nueva economía, que para ser manejados requieren de altas dosis de operación de redes de relaciones de  actores públicos, privados y de la sociedad civil.
Esta dinámica ha dado lugar al surgimiento de la Gobernanza, que manifiesta una ruptura con la visión de la función gubernamental entendida simplemente como el ejercicio del poder por parte del Estado, los gobernantes y los líderes políticos, poniendo de presente la existencia de otros actores determinantes, antes no contemplados en los habituales modelos de gobernación de las sociedades.
Significa que la gobernanza no se circunscribe a un radio específico de acción; vincula desde el carácter universal, regional, nacional,  local, y sectorial; hasta sectores específicos, problemáticas, oportunidades y diversas situaciones que involucran la gestión coordinada de interrelación entre diversos actores estratégicos manifiestos en un campo de acción especifico.
En virtud de lo anterior, hablamos de gobernanza mundial para referenciar las redes de relaciones que se forman entre los diversos grupos de actores internacionales para la toma de decisiones a escala planetaria. El advenimiento de la gobernanza mundial tiene que ver con el fracaso de la gestión mundial a partir del Estado y las organizaciones multilaterales creadas para diligenciar la gobernabilidad mundial. Nótese que ahora el Estado no es el actor fundamental como en épocas anteriores, este ha venido cediendo protagonismo a favor de instancias infranacionales (Gobiernos subnacionales o entidades locales) o supranacionales (como la Unión Europea), organizaciones no gubernamentales y multinacionales, y de individuos con reconocido prestigio científico, político, e intelectual a nivel mundial.
Según Prats (2007), la justificación del accionar de la gobernanza de esta época  radica en que los gobiernos no son los únicos actores que enfrentan las grandes cuestiones sociales; estos también son desafíos para las organizaciones de la sociedad civil y las empresas. En estas condiciones de complejidad, diversidad interdependencia y dinamismo planteadas por la globalización, la realización de los intereses generales ya no puede ser del monopolio de los poderes públicos. Estos continúan siendo los únicos titulares formalmente legítimos y decisorios, pero su acción solo resulta eficaz y legitima cuando consiguen que la decisión y su ejecución sean el resultado de una interacción entre  los poderes públicos el sector empresarial y las organizaciones de la sociedad civil, lo cual se convierte en la clave del buen gobierno de nuestra época, es decir de la gobernanza.
Siguiendo a Prats (2005), este referencia que desde mediados de la década de los noventa en la Unión Europea creció el consenso que la eficacia y la legitimidad del actuar publico se fundamenta en la calidad de las interacciones entre los distintos niveles de gobierno y entre estos y las organizaciones empresariales y de la sociedad civil. Las nuevas formas de gobernar en este ámbito son conocidas como Gobernanza, gobierno relacional entre otras acepciones aludiendo también en el lenguaje político y administrativo al gobierno emprendedor y al gobierno socio o facilitador. Significa ello, que en Europa es un concepto que suscita mucho interés, hasta el punto de hablarse de la gobernanza de la integración europea para significar un sistema de gobierno multinivel en el que la autoridad pública se dispersa entre los diferentes niveles gubernamentales y adopta formas diferentes en función de cada sector de políticas.
En expresión del profesor Prats, “en el proyecto de gobernanza global, la percepción tradicional de la soberanía se convierte en una reliquia. No es posible la cooperación sin renunciar a algunos atributos formales de la soberanía (Prats, 2004).Precisamente, este mismo autor definió la gobernanza como las instituciones y reglas que fijan los límites y los incentivos para la constitución y el funcionamiento de redes interdependientes de actores: Gubernamentales, del sector privado y de la sociedad civil.
Como marco analítico, la gobernanza global, surge entre los teóricos de las relaciones internacionales para poner de manifiesto las limitaciones de las perspectivas teóricas realismo, institucionalismo, que dominan la disciplina. Estas perspectivas no explican de forma completa el impacto de la globalización y el cambio tecnológico, y más en concreto los cambios que genera la liberalización política y comercial sobre el sistema político internacional (Chaqués y Palau, 2006).
Según Chaqués y Palau (2006) una forma de evitar los problemas de coordinación e ineficiencia en la gestión de problemas globales consiste en la creación de redes de políticas públicas globales, como una forma de gobernanza global. Esas redes coexisten y evolucionan de manera paralela con otras formas de gobierno ya existentes (centralismo estatal, multilateralismo intergubernamental, integración regional, mercados) se caracterizan por su naturaleza trilateral, estableciendo un puente de unión entre el sector público, la sociedad civil y las empresas en la esfera internacional.
Las problemáticas de estudio de carácter orbital de resorte de la baja política, superan en protagonismo a las situaciones de alta política que dominaban en el mundo bipolar. En efecto; las finanzas internacionales, la equidad en los avances tecnológicos el acceso a medicamentos esenciales, los conflictos hegemónicos del terrorismo, narcotráfico y demás manifestaciones del crimen organizado mundial, los derechos humanos, la ayuda internacional al desarrollo, la reducción de la contaminación ambiental, la promoción de la responsabilidad social de las empresas, entre otras; despuntan como verdaderos escenarios que preocupan a la comunidad internacional. A esta panorámica se suman situaciones contingentes que han impactado en la realidad mundial, sobrevenidas en la segunda década del siglo XXI, mostradas por la crisis financiera internacional, los movimientos de indignados, la primavera árabe y los movimientos estudiantiles, la proyección de secesión de Inglaterra de la Unión Europea con las repercusiones financieras internacionales.
 
Bibliografía.

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  • Vilanova, P. (2006): Orden y desorden a escala global, Síntesis, Barcelona

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