El 2A y Ecuador en el mapa mundial

El 2A y Ecuador en el mapa mundial

Luis Verdesoto
Catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

En general los G20, los países desarrollados del mundo, han prestado poco sustento o presencia frente a posiciones democráticas esgrimidas desde la sociedad ecuatoriana. Se escudan en el tamaño de país y en las relaciones interestatales.
La mirada internacional sobre Ecuador hubiese seguido siendo cansina y tradicional sin el resultado del 19F. Cansina en el sentido de que en Ecuador pasaría políticamente poco; y, tradicional pues Correa hubiese dejado un sucesor sin variaciones. Total diez años, diez elecciones, una política rutinaria.
Luego de las 5 de la tarde del 19F, conforme pasaban las horas, los actores internacionales, residentes y no residentes, tuvieron que abandonar la pereza. Correa (hay que referir al santo y no al milagro en este caso) no había ganado la presidencia de la república en primera vuelta para su pupilo Moreno, conforme había sido su predicción de dueño y señor del estado ecuatoriano y sus súbditos. Habría segunda vuelta y Ecuador modificaba su significación internacional. No lograba una diferente o diametralmente distinta significación internacional por sus operadores –actuales o probables- sino porque su inserción en la agenda internacional, más allá de las voluntades de unos y otros, ya no se repetiría más.
Pues sí importa quien gane la segunda vuelta. Pero la inserción internacional de Ecuador ya no se repetirá más. Fundamentalmente porque Ecuador, al margen de sus resultados electorales del 2A, es otro, dividido en dos partes que tienen referentes internos en relación al desarrollo y tienen referentes externos en las agendas regional y mundial.
Las referencias a Ecuador como modelo internacional, mundial dice el dueño del país, experiencia planetaria con las mejores carreteras del mundo, la mejor educación del mundo… han quedado sumergidas como maniobras electorales que solo apelan a levantar la autoestima nacional. Total hemos sido manipulados insistentemente por una década con la idea que he bautizado como “riqueza subjetiva”.
Con la idea de riqueza subjetiva he pretendido plantear que así como en otros países hay grupos sociales que viven y argumentan ser más pobres que lo que objetivamente son (por los indicadores socio-económicos), en Ecuador han pretendido (y en parte lo han logrado) convencernos de que somos más ricos de lo que objetivamente algún momento fuimos. La riqueza y la pobreza subjetivas son formas con que la población toma el ascensor de la movilidad social, que –hay que recordarlo- no solamente sube sino que también baja.
La otra manipulación constante han sido los migrantes y las imágenes construidas en su derredor. El dueño del ámbito público sabe plenamente de las dos caras de la moneda con las cuales siempre ganar. De un lado, legisladores con poco esfuerzo (salvo viajes esmeradamente construidos en su inutilidad pero cuidadosamente escondidos en su gasto), excipientes para una expectativa de retorno (planes y planes inútiles y mentirosos) y vehículos para mantener activo un producto nostálgico, la preocupación del líder por esos próceres del abandono. De otro lado, la interiorización de la imagen trágica de los migrantes sirve para extraerla de la chistera del mago en las elecciones: he allí la fotografía de lo que ocurrirá si nosotros, casta ungida para salvar al Ecuador, ciudadanos revolucionarios, dejamos el poder. Es decir, los migrantes convertidos en imagen de calendario. En otra trataremos a la migración como uno de los senderos de la internacionalización del país, especialmente del costado de las clases media baja y popular. Pero lo haremos por fuera de las manipulaciones.
Finalmente, luego de algunas vueltas, se produjo un alineamiento anti-estético con la Alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América, ALBA. Así fue decayendo continuamente la estrategia solapada de prestarse, con algún engaño, a ese juego internacional pero siempre dejando una puerta abierta para que se interpretase que la posición ecuatoriana podía tener algún matiz rescatable. En esa red navegaron atrapados varios países desarrollados, claro, con el margen de atención que le dan a un país como Ecuador. Ese juego es exactamente un estilo político, entendido como una forma de comportamiento solapado.
La consecuencia fue que Ecuador entró a la cola de los países ALBA para el tratamiento que puedan darnos el Departamento de Estado, en que su prioridad para este grupo de países ALBA son Cuba (transición), Venezuela (petróleo), Nicaragua (proximidad), Bolivia (coca) y finalmente Ecuador. Estar al final de la cola trae consecuencias. Fundamentalmente que esa jerarquía para unos, su visión del mundo, no es nuestra urgencia, nuestra propia visión del mundo. La primera lección es que en todo caso debemos pararnos en nuestros propios pies. Que el tiempo de los otros en las relaciones internacionales puede no coincidir con nuestro propio tiempo, con nuestras necesidades.
También varios países europeos, cada uno desde su gama de intereses (en unos casos recubiertos de ingenuidad) fueron tonificando sus apreciaciones, es decir el precio que ponían a las acciones internacionales ecuatorianas en varios ámbitos. Inicialmente, con un no sé cómo calificarlo, se planteó que Ecuador había entrado en el camino de solución de problemas sociales con una abundante inversión estatal acompañada de un régimen fuerte, de escasa democracia, pero igual a la democracia que había tenido en su historia previa.
Aquella visión de escasa calidad, por su configuración y por la ceguera frente a la democracia –de calidad o no- fue perdiéndose en los corrillos de la prudencia. Si inicialmente se alegraban por los saltos del jaguar de América Latina luego debieron reconocer a los déficits de democracia. La democracia en retroceso en Ecuador no podía ocultarse. El fracaso del modelo tampoco. Los experimentos deleznables, fundamentalmente en materia ecológica, no podían cubrir la evidencia.
El tratado comercial multipartes con la Unión Europea antepuso una realidad comercial, insostenible y necesaria para Ecuador, y de mayor importancia que otros rubros para esta relación bi-multilateral, especialmente por el reconocimiento de la situación de los países vecinos. El tema que preocupa es si la Unión Europea se dedicará exclusivamente a observar el cumplimiento de cláusulas comerciales. O si tendrá la amplitud de criterio para incorporar los temas democráticos que forman parte del acuerdo.
Por ahora, la Unión se allanó a los términos de una invitación de observación a las elecciones, que en realidad fue una no-invitación, toda vez que el Consejo Electoral es plenamente consciente de la forma y contenidos de la observación electoral europea, esto es, plazos, dimensión, temas. Hubo temor de lado y lado. A que se tocaran temas difíciles como el mismo sistema electoral, de profundas fallas en su concepción y ejecución, que ponen en duda el ejercicio electoral, pero también a que en reciprocidad se trataran temas comerciales de una relación que se re-inicia, con líneas de susceptibilidad.
Y al contrario a la tradición, en este momento crucial de la historia ecuatoriana, la mirada europea en temas electorales se apabulló por los negocios. Y así, en los últimos meses varios países o universidades siguieron intercambiando servicios culturales por doctorados honoris causa, éxito que no debe dejar de reconocerse a un segmento de la Cancillería ecuatoriana. (Para quienes tenemos un doctorado europeo nos cuesta entender y peor aceptar esas transacciones simples, que no están a la altura de Estados y sistemas universitarios complejos) En fin, las elecciones del 2A le dan, a la Unión Europea, una nueva oportunidad. Y no una oportunidad al oportunismo. Una oportunidad para poner las relaciones internacionales sobre el riel de la democracia. En la que también se contemplan los intercambios comerciales.
En general los G20, los países desarrollados del mundo, han prestado poco sustento o presencia frente a posiciones democráticas esgrimidas desde la sociedad ecuatoriana. Se escudan en el tamaño de país y en las relaciones interestatales. Posición que se contagia a los inmediatamente inferiores, los países emergentes, China incluida, países que además tienen pocas credenciales democráticas con las cuales presentarse. Y prefieren hacer el coro a los intereses de los autoritarismos emergentes como el ecuatoriano. Incluso ocultan papeles de intermediación democrática que cumplieron y pudieron haber cumplido.
Y también los siguieron algunos organismos internacionales. Países y organismos, cooperación bilateral y cooperación multilateral fueron objetos de desprecio cuando las vacas gordas. Y lo aceptaron. Y ahora son sujetos de aprecio cuando las vacas flacas. Y lo aceptan. Lo inaceptable es que puedan segregar de su retina el desarrollo económico y social del ambiente democrático, única garantía de una inversión sostenible. Y de una convivencia internacional equilibrada. Que se les impusiera un alineamiento forzoso fue un recoveco de la gestión, que tuvieron que aceptar. Es parte de las relaciones de cooperación, aunque existen modos más abiertos y de respeto mutuo. Pero también corregirlo es parte de una sana cooperación política internacional.
Aunque debo seguir sintiéndome molesto por la virtual expulsión, sin ninguna expresión de respaldo, de varias cooperaciones políticas internacionales. En el mundo moderno la cooperación política es necesaria. Es la cooperación para mejorar la planificación de metas institucionales, por ejemplo, la cooperación internacional para mejorar la calidad legislativa, la de nuestros excelsos y preparados legisladores y sus autoridades. O para mejorar la calidad democrática desde un nuevo sistema electoral. Y tantos otros temas.
Unos organismos, en la lógica estrecha del crédito, entendieron al desarrollo social como infraestructura. Y ciertamente hicieron inversiones incomprensibles para un país en recesión como el inmenso edificio para la Plataforma gubernamental de gestión financiera, que además de anti-estético, es una expresión de la forma inadecuada de prestar dinero –responsabilidad del organismo- y del espíritu de derroche –irresponsabilidad con el que se lo acepta-. Hacer edificios con crédito internacional para el funcionariado de oro del régimen es abiertamente inaceptable para el pueblo de los países prestamistas y es totalmente inaceptable para el pueblo del país prestatario, los ciudadanos ecuatorianos. Pero esta fue la forma de inserción de Ecuador en uno de los escenarios internacionales. Es tiempo de corregirlo.
Es cierto que no toda la relación/política pública internacional de Ecuador ha sido torpe. La política de refugio con Colombia (que es anterior a esta década) ha sido abierta y acogedora. Debo reconocerla en este rubro. No en otros. Pero la mayor contrariedad es cuando el Secretario General de Naciones Unidas, en una de sus primeras actuaciones, reduce el tema de los derechos humanos al refugio que pudo ver en su cargo anterior. Y evidencia lo que no pudo ver, eso creo, esto es, lo que sentenciaron las principales instancias de derechos humanos de esa misma organización, que tienen por misión una agenda temática que no puede reducirse. Ni congraciarse.
También las próximas elecciones dan la oportunidad a otras rectificaciones. Lo más llamativo de la presente década es que Ecuador se ha constituido en un Estado transgresor en materia de derechos humanos. Ya está en esa orilla. En la que se les cuestiona por los derechos de la comunicación, del género, de los grupos indígenas, de la justicia, de la tortura, de los niños, de la transparencia, de la representación política, de honra y la intimidad. Esta larga lista es aún más larga. A nivel internacional, la situación de los derechos humanos de Ecuador no precisa de avales sino de respaldos precisos, concretos.
Luego del 19F aparecieron, casi por arte de magia, temas sumergidos. La invisibilidad obedecía a la continuidad del régimen. Y cuando esta puede cambiar, es claro a la comunidad internacional, que también los interlocutores y con ellos la inserción internacional buscada para Ecuador. Con Moreno, la centralidad en la relación internacional junto con la opacidad, continuarían. No hay motivos para modificarlas. A Lasso, sin embargo, se le aparecen nuevos temas que no puede soslayar.
La crisis política de Brasil ha aflojado las relaciones internacionales de la subregión en dos sentidos. Es una constante que mientras Brasil tiene problemas internos, su preocupación internacional desciende. El poder suave muta hacia conducción inexistente en las relaciones internacionales inmediatas (para lo que cabe recordar que Ecuador no tiene frontera con Brasil lo que atenúa aún más a los vínculos). Esto levanta consistentemente las relaciones de Ecuador con sus vecinos antes que su presencia en organizaciones multilaterales regionales que han entrado en un relativo aletargamiento como pueden ser UNASUR y CELAC. Brasil tiene ojos para Argentina, relación económica y política que nunca podrá desatender. Y ahora Venezuela foco de inestabilidad que le afecta.
No obstante, el tema Odebrecht es otra fuente de vínculo internacional que hará cimbrar a más de una relación bilateral, especialmente en el tema financiero de origen estatal. Pero en el caso ecuatoriano no cabe adelantarse, pues el régimen logró pegar un overshut a la lista de corruptos gubernamentales para que no influya en la campaña, aunque luego sea una fuente de inestabilidad muy potente. Pero así se manejan los asuntos internacionales en el Ecuador de hoy, acomodando la carga, si pueden.
Nuestros vecinos y aliados históricos nos han puesto varios temas de la definición como país y muestra inserción externa. Cito algunos, al paso. La minería y el rol que Ecuador puede jugar en una alianza del Pacífico que nos incorpore.
Un cambio en la línea internacional del régimenno afectará a la presencia internacional de China en América Latina. Aunque en el caso ecuatoriano si tiene, de un lado, la muestra (o el espejo) hacia terceros de la dificultad para la renegociación de la deuda externa de Ecuador por los términos en que se la contrajo; y, de otro lado, sería evidente que perdería un pequeño aliado político incondicional en esta región del mundo. Que pesa poco en términos económicos pero vota.
El gobierno ecuatoriano ganó en la primera vuelta pero perdió estratégicamente. Tratará de recuperar lo perdido el 2A. En esa disputa, cada candidato ha puesto en escena una imagen nacional hacia la cual no debería acercarse el elector con sus votos. Argentina como símbolo de la restauración conservadora en la región a la que Moreno repudia y Venezuela como símbolo de la anti-democracia en la región a la que Lasso repudia.
————
Este artículo ha sido publicado en el periódico digital «Cuatro Pelagatos» y se reproduce aquí con autorización de su autor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *